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Cartas al director

No son lobos solitarios

No podemos hablar de lobos «solitarios». Es un error, puede que interesado, el hecho de utilizar dicha expresión. «Solitarios» dejan de serlo cuando son varios, cada vez más, los que dan ese paso; un «solitario» no es tal cuando hay una red detrás que se encarga de formarlo ideológicamente; no se puede llamar «solitario» a alguien que convive con otros individuos, denominador común, por cierto, a todos aquellos que han tomado la determinación de asesinar; «solitarios» también dejan de serlo cuando hay sectores del Gobierno español que no condenan de una forma clara dichos ataques a la libertad y a la vida y los asesinados pasan a denominarlos «fallecidos», así sin más, como si de muerte natural se tratara con tal de no estigmatizar, dicen, a un colectivo, pero se equivocan de colectivo porque no estamos hablando del colectivo que integra a aquellos que profesan el islam como religión, sino del colectivo de solitarios yihadistas (oxímoron idóneo para sentenciar esta reflexión).

Lo único que les hace solitarios es negar el grave problema que está creando el yihadismo y dejarles campar a sus anchas (incluso con orden de expulsión) en su tranquila y enfermiza soledad, pero sus fechorías jamás podrán ser solitarias.

Manel Bouzamayor

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