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Cartas al director

Sólo soló solo

El título, es lo que un lacónico encargado de obra, respondió al jefe de la misma cuando éste preguntó (al ver un solado ejecutado la víspera), si el oficial que instaló el pavimento lo había hecho en solitario, o con ayuda de un peón.

No soy de letras sino, como quizá puede deducirse del párrafo anterior, un humilde miembro del gremio de la construcción. Pero en el Bachillerato aprendí, de mi excelente profesor de Lengua y con los textos de D. Guillermo Díaz-Plaja, a disfrutar de nuestro idioma y a evitar su maltrato.

Todo viene a cuento de que la RAE, trece años después, autoriza de nuevo la acentuación gráfica del adverbio «sólo», aunque únicamente cuando exista riesgo de ambigüedad con el adjetivo «solo».

Tengo el mayor respeto por las recomendaciones de la RAE, pero nunca hice caso de la prohibición de poner tilde en el adverbio que nos ocupa, con independencia de que no hubiese confusión posible con el adjetivo. Por tanto, celebro que la Academia haya levantado el veto (al menos parcialmente), aunque la solución salomónica me parece un signo más del relativismo de moda porque, si todo vale, es que nada vale en realidad. A los técnicos nos gustan mucho las reglas fijas que, desde Euclides, siguen sirviendo.

Por eso, celebraría mucho más que la RAE, en lugar de perder su valioso tiempo en suprimir tildes que, lejos de sobrar, aclaran los textos, se ocupase de cuestiones realmente necesarias. Como, por ejemplo, promover el correcto uso del verbo haber en su forma impersonal, recordando a muchos lo errados (sin hache, aunque acaso la merezcan), que están cuando no usan dicha forma como es debido, exclusivamente en tercera persona del singular. Lo digo porque resulta decepcionante, incluso indignante, oír a personajes que, presuntamente, disponen de cierto nivel cultural (alguno de ellos catedrático, y no precisamente de Física, que sería igual de grave), pronunciar frases como: «han habido» escasas noticias esta mañana, y «hubieron» muchas y malas ayer (frecuentes, por desgracia, en el periodismo radiofónico actual).

A veces es necesario prohibir según qué cosas en el uso del idioma para no «contaminarlo». Y lo que he expuesto contamina mucho más que llamar «córner» a la salida del balón por la línea de meta tras tocarlo un defensor de la misma.

José Luis Karag Machuca

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