Referéndum de cachiporra

«No habrá referéndum de autodeterminación. Nunca jamás», manifestó Sánchez en el verano del 2021. Ahora ERC, uno de sus extorsionistas consentidos y gangrena de nuestro Estado de derecho, sienta unas irrisorias bases nada democráticas para que triunfe el resultado buscado: sólo será necesaria una participación del 50 %, podrán votar hasta los fervorosos adolescentes de 16 años y será vinculante con el 55 % a favor del sí a la independencia. Es como hacerse trampas al solitario o apostar a caballo ganador. Pero me gustaría hacer dos reflexiones a los integrantes de la «mesa de diálogo bilateral» entre el Estado y una parte del mismo, que obvian nuestro vigente artículo 2 de la Carta Magna que habla de «la indisoluble unidad» de España. Si saliera el «sí» habría que reformar nuestra Constitución del 78, proceso que tendrían que votar todos los españoles en un segundo referéndum, sin olvidar que antes sería de obligada aprobación por una mayoría cualificada (3/5) en el Congreso y el Senado, es decir, 210 y 159 parlamentarios, respectivamente, según nuestro Título Preliminar, además de la preceptiva convocatoria de elecciones generales y aprobación de las nuevas Cortes, según el artículo 168. Y no olvidemos que ya el primer referéndum debiera incluir a todos los españoles, que como acertadamente dijo Sánchez en la Sexta, «si vivimos juntos, decidimos juntos».