Lo moral vs lo legal

Alberto Negro Viguera, Andrés Guerra Pereda, José Antonio, Julián Bayano, José Larrañaga Arenas, Francisco, Muriel Muñoz, José Carlos Marrero Sanabria, Jesús Alcocer Jiménez, Francisco Gil Mendoza y José Manuel García Fernández.

Estos son los nombres de siete ciudadanos españoles y vascos que dentro de un par de semanas no podrán votar. Están muertos. Si viviesen y pudieran, tal vez votarían a alguno de los siete asesinos que los mataron, porque estos asesinos concurren a listas de Bildu en diversos pueblos de Vascongadas. Es posible que hasta uno de esos asesinados votara a Sánchez en la próximas generales; quién sabe, la mente humana es inextricable. Es el triunfo de la democracia y de la legalidad: que un asesino condenado y no arrepentido pueda ser, unos lustros después, concejal del pueblo en el que asesinó de un balazo en el pescuezo a un vecino españolazo.

Igual de democrático y legal que si un partido político conformado por Miguel Ricart (niñas de Alcasser), Santiago del Valle (Mari Luz Cortés), el Cuco (Marta del Castillo), José Bretón (Ruth y José), El chicle (Diana Quer), Ana Julia Quezada (el niño Gabriel Cruz, «el pescaíto»), etc., concurriera a las elecciones generales bajo el eslogan «Infancia libre».

Qué alegría por vivir en un país tan legal, aunque de moral andemos algo justitos.