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Cartas al director

Lo que se vota el 28-M

La verdad es que nunca me imaginé que Pedro Sánchez y sus sanchistas iban a caer tan bajo. Las presuntas compras de votos en tantas localidades de España por parte de significantes personajes y candidatos de la marca PSOE me ha resultado sorprendente. Es verdad que este PSOE de Pedro Sánchez estaba ya muy enfermo en su estrategia del culto a la personalidad, basado en el peloteo al líder y las políticas de regar dinero público (o sea, de todos) para subvencionar el nuevo caciquismo socialista del Siglo XXI pero, hasta para comprar voluntades hay que tener clase. La vulgaridad y el descaro ha entrado en erupción dentro de las organizaciones socialistas de norte a sur y del este a oeste del mapa electoral. En este sentido, hasta el episodio de «la cajita para votar detrás de unas cortinas» del famoso Comité Federal del PSOE de primeros de octubre del 2016, donde hubo gritos y lágrimas de desesperación en contra del Pedro chapucero y que terminó con una humillante dimisión de este individuo ha quedado en nada, comparado con lo que ha permitido o, no se sabe, propiciado, a través de terceros de su propio partido. Del lema «100 años de honradez » a «los años de Pedro Sánchez«. Es tan vergonzoso como que la Unión Europea le esté esperando para que el 1 de julio la presida. Siento vergüenza ajena. Así que, en resumidas cuentas, el dilema para el 28 M es resignarse o rebelarse en las urnas. Es un plebiscito. Así de claro. Yo apuesto por la rebelión en las urnas. Por higiene democrática y por un concepto de dignidad nacional, hay que humillar y hundir electoralmente a Pedro Sánchez, el de las «Mercedes».

Julio José Elias Baturones

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