Cartas al director
¿Qué le pasa a la conciencia?
Los héroes caen a menudo en la desgracia tras cometer el pecado de su desmesura y superación de sus propios límites, cada hombre debe asumir la parte del destino que le ha concedido Dios con su parte de felicidad y de dolor. Y a partir de ahí, se determina la suerte de cada individuo. La maldad fulmina con sus actos, a los seres que buscan la paz y la solidaridad. Y en muchos casos hasta se jactan de su condición.
¿Dónde está la conciencia del hombre? ¿Dónde radica la paz interior? ¿En la quietud y el silencio? O en la palma de las manos como puertas del corazón y vía de salida al caos de la sociedad.
Ha pasado más de un año desde que la maldad de un hombre y sus devotos invadieran un país democrático como Ucrania, convirtiéndolo en una guerra sangrienta. Ninguno de los esfuerzos diplomáticos ha llegado a buen puerto hasta ahora. Qué difícil es negociar con la maldad que no tiene corazón ni conciencia. Este conflicto de terror puede perpetuarse, con frío y calor de sufrimiento de quienes lo padecen.
Dónde está el necesario trabajo hacia fuera, evidentemente en ningún sitio, como se está viendo. No habrá llegado el momento de comenzar un trabajo hacia dentro. Netamente constructivo de conciencia y de paz para evitar más muertos. Solo con el corazón no se doblega la maldad. Se necesita más solidaridad y humanidad real. Desde muchas instancias, tanto políticas como económicas. Es necesario un nuevo paradigma de la conciencia que salga del corazón. Quizá la guerra de Ucrania sea solo el último coletazo de la maldad del héroe maldito. La razón está por encima de la desmesura del dictador.
Puede que haya sonado la hora de actuar dentro antes de hacerlo fuera, los mercenarios no tienen corazón, solo se fían del mejor postor antes de perder la vida. El único servicio que pueden prestar a la humanidad es actuar dentro de las entrañas del dictador moscovita…