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Cartas al director

Alianza de perdedores

Tanto el referéndum por la independencia como la amnistía para aquellos cargos separatistas pendientes de juicio o sentencia exigidos por Junts, sabedor que posee la llave de la gobernabilidad del posible Frankenstein 2.0, no son admisibles en nuestro ordenamiento constitucional.

Si bien es cierto, no seamos ingenuos, que todos los adláteres del sanchismo (Sumar, ERC, Bildu, Junts y PNV) adquieren a su cobijo unas cuotas de poder inimaginables no otorgadas por la voluntad popular en las urnas, terminarán, por tanto, atenuando sus peticiones y olvidarán rencillas entre ellos cuando atisben una alternativa distinta.

Si el bipartidismo creciente mirase por el bien del país, se aceptaría por norma la lista más votada para evitar nocivos extremismos y se acabarían los quebraderos de cabeza pasados, presentes y futuros, dada la actual segmentación del arco parlamentario sustentada por una ley d'Hondt que sobreponderando el peso de zonas menos habitadas en las decisiones colectivas termina adjudicando enormes cuotas de chantaje a partidos localistas, minoritarios y que en absoluto trabajan por el bien general.

¿No es la democracia la voluntad de la mayoría? ¿Es este previsible enjuague parlamentario, una vez más legitimado por una injusta ley, el deseo de los ciudadanos que en circunstancias tan intempestivas depositaron su voto en la urna el pasado domingo?

Construir un conglomerado tan dispar, para evitar otras elecciones, según palabras de Sánchez, que posiblemente no difieran en gran medida del resultado actual, no inhabilita otra posibilidad, aunque difícil conociendo su apego al poder a toda costa: permitir el gobierno a lo que mayoritariamente ha votado la ciudadanía, con apoyos puntuales de la segunda y/o tercera fuerza más votada.

Eso sería lo inteligente y estaríamos mandando a Europa un mensaje de madurez y seguridad, dado el alto nivel de endeudamiento que tenemos y la acuciante necesidad de recibir ayudas pendientes tan necesarias. Debemos mostrar un gobierno serio, estable y con unidad de criterio, no la más que previsible jaula de grillos, de perdedores.

Juan Romero

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