Cartas al director
Reflexiones en agosto poselectoral
JMJ: cientos de miles de jóvenes aclamando al Papa en Lisboa. ¿Sería posible ese evento religioso bajo el régimen comunista, condenado –junto al nazi– por el Parlamento Europeo, y del que su actual «poli buena» en España: Yolanda Díaz, se siente, al parecer, profundamente orgullosa? (Es sobrecogedor que sagrados recintos –en Moscú, por ejemplo– fueran reconvertidos por dicho régimen incluso en burdas pistas de patinaje...).
No lo pasemos por alto: Sumar y sus «sumandos» pilotan una barcaza ideológica que arrastra –¿memoria democrática?– un fatal lastre, aunque nos hagan creer que surcan grácilmente el mar de la libertades... Pero tales son los socios que desea Sánchez. «¿Verdad, Yolanda?»
Ante ello hay que preguntarse por qué los que se arrogan pasmosamente el monopolio de la «cultura» en nuestro país, y se rasgan sobreactuadamente las vestiduras ante la presunta amenaza de «las derechas», no denuncian, sin embargo, el caótico conglomerado de partidos integristas de extrema izquierda que podría venírsenos encima si el sentido (político) común no lo remedia.
¿Qué opina esa «cultura» autoproclamada «de progreso» sobre Bildu, ERC, Junts y demás independentistas de todos los colores: contumaces practicantes de la insolidaridad, cuando no de la xenofobia e incluso del supremacismo?
¿Qué consignas está dando Sánchez al respecto desde su –imprevista– jaima de Marruecos?