Cartas al director
El espejo de una realidad
Los que pertenecemos a las décadas de los 40, 50 y 60, así como el resto de los españoles que votamos en las pasadas elecciones un cambio de Gobierno, no salimos de nuestro asombro y sorpresa al ver, oír y leer las manifestaciones de los miembros de un Gobierno en funciones, que arremete permanentemente contra la realidad de lo sucedido en las elecciones del pasado 23 de julio, de las decisiones institucionales indicadas por nuestro Jefe de Estado el Rey Felipe VI, cumpliendo escrupulosamente la Constitución y las leyes que nos dimos, al designar al ganador de las mismas, Alberto Núñez Feijóo, para la próxima investidura a presidente del Gobierno, menospreciándolo, ninguneándolo y cuestionándolo, en el avance y decisiones que toma para presentarse en los días señalados, los próximos 26 y 27 de septiembre, ante el Congreso de los Diputados y ante todos nosotros con el programa que estima nos llevaría al cambio tan deseado que pedimos 11.500.000 de españoles.
Desde el presidente en funciones, hasta cualquier miembro de su Gobierno o estructura, en cualquier aparición publica, le menosprecian, le insultan y cuestionan la perdida de tiempo que se está generando, por la preparación de la sesión de investidura encomendada. Sean sinceros y dígannos a todos los españoles por qué tienen tanta prisa y a qué compromisos han llegado para volver a gobernar y romper nuestro gran país de la mano de sus compañeros de viaje y cada vez más necesarios para su permanencia, cuyo único objetivo es la amnistía, la condonación de deuda, la independencia, la inmunidad de un fugado de la justicia y sus compañeros incluidos en el proceso, la destrucción de nuestra convivencia y aniquilar la Jefatura del Estado que tenemos y nuestra Constitución de 1978.
Usted y su Gobierno en funciones, acompañados de sus acólitos y grupos políticos afines y necesarios para el proyecto de «su progreso anunciado», solo quieren cambiar las leyes y la gobernabilidad que todos aprobamos, en definitiva, romper la España que conocimos y de la que nos sentimos orgullosos.
Este es el espejo de la realidad en la que vivimos.