¿Porqué no son posibles los pactos de la Moncloa?

Dos hechos pueden ser ciertos a la vez: un beso inoportuno y un apretón en la entrepierna. Entraña tanta verdad como el fracaso previsto del encuentro Sánchez-Feijóo, o Feijóo-Sánchez que dio de sí lo que se esperaba: nada. Pedro Sánchez no podía aceptar la oferta de Alberto Núñez. Porque no admite un pacto, con quien quiere regenerar el Estado, prefiere pactar con los que quieren destruirlo.

No le importa lo que digan los auténticos socialistas, que siempre han defendido la legalidad del Estado, la libertad, la igualdad y la justicia, pero le siguen votando. Ya que él no es ni socialista, ni obrero ni español. Es pancista comunista. Por eso no quiere la regeneración de las Instituciones.

La oferta de Alberto Núñez se concreta en tres claves: apoyo para su candidatura a la Presidencia del Gobierno ya que ha sido designado por el Jefe del Estado, al ser el más votado. Apoyo por dos años, con seis pactos de Estado y un gobierno de 15 ministerios, con figuras preparadas y de reconocido prestigio, independientes que no militen en el PP.

Una legislatura para limitar la influencia de los independentistas montaraces, de los de la pistola, de los chantajistas y oportunistas que quieren dividir a la sociedad entre ricos y pobres. Con este pacto quedaría desactivada la desintegración de la nación española.

Pero todavía ha propuesto más: mejorar «la calidad de nuestra democracia» la que odian los extremos, la división de poderes y la independencia de los organismos de control, sobre todo la independencia del CGPJ y del Tribunal Constitucional. Garantizar el Sistema Nacional de Salud, la igualdad entre hombres y mujeres y la viabilidad de las pensiones. Pacto Nacional del Agua para que no falte en ningún punto de España. (El agua es como el aire, no es de nadie, es de todos). Y entre otras propuestas que se garantice la financiación en igualdad para los servicios de todos los españoles. Todo esto es lo que ha rechazado Pedro Sánchez, ese que dice que es socialista del «progreso». A ver quién se lo compra…