Cartas al director
Dignidad e ideología
La categoría moral de una persona se demuestra cuando sus actos son consecuentes con su conciencia. Decimos entonces que esa persona se comporta con dignidad.
Por eso, en el mundo de la política, a la hora de votar debemos de ser consecuentes con nuestra propia conciencia. Esto nos aboca, a veces, a un verdadero dilema: tener que elegir entre lo que nos dice nuestra conciencia y las propuestas concretas de determinadas ideologías.
Viene este comentario a cuento de dos formas de comportamiento que hemos podido observar estos días. En un primer caso me voy a referir a Nicolás Redondo Terreros. Leí con verdadera satisfacción su artículo «Dignidad» en el que nos daba una verdadera lección de ser consecuente consigo mismo, priorizando su propia dignidad a la ideología que defendía su antiguo partido por apartarse éste de las ideas que él había defendido toda su vida, en especial en el asunto de la amnistía que se está considerando conceder a los conspiradores catalanes.
Caso muy diferente es el mostrado por las conductas seguidas en la última elección por Felipe González y Alfonso Guerra al haber declarado ambos que han seguido votando a su antiguo partido a pesar de que ellos consideraban errática la conducta que se estaba siguiendo. Aquí vemos como la ideología les ha podido más que la defensa de su propia dignidad. Lamentable.