Siete votos de la vergüenza y el deshonor

El pacto que ha conseguido el mayor lumbreras ignominioso, víctima de su trastorno narcisista y de su ansia de poder, atrapado, a su vez, por el rencoroso odio que le corroe merced a su ira, resentimiento, venganza y revanchismo a sus oponentes, y envuelto, también, en una nebulosa de falsas fantasías que les hacen mentir compulsivamente con lo que su comportamiento retrocede a lo más bajuno de la condición humana, intentando, con ello, que sus mentiras las retuerza convirtiéndolas en verdad, representa el mayor desagravio cometido por un partido, el partido de Pedro Sánchez, su peculiar PSOE, en la España constitucional, tras el espíritu de la transición española, y su posterior aprobación de la Constitución el 6 de diciembre de 1978.

Un ignominioso acuerdo que echa por tierra la unidad nacional, la igualdad de los españoles, la igualdad comunitaria, anula la independencia del poder judicial, es decir, se carga la separación de los tres poderes, con lo cual, el pueblo no podrá disfrutar de una democracia justa y parcial, ya que Pedro Sánchez se convierte en un autócrata por su intento de dominar al Poder Legislativo y al Poder Judicial, cosa que, ya en sí, lo ha conseguido, gracias a sus apoyos frankenstonianos, esa gran amalgama de ideas contrapuestas entre ellas, pero unidas con una intención finalista, el cordón sanitario al centroderecha español.

El pueblo español, en su conjunto, con este acuerdo PSOE-Junts perderá su libertad. Un acuerdo apoyado por Podemos, ERC, EhBildu y me imagino, también, por el PNV, máximo culpable de todo lo que está pasando, porque tendría que haber llegado a un acuerdo de mínimos con Feijóo para formar un Gobierno provisional y convocatoria inmediata de nuevas elecciones.

Termino con el consejo que le da don Quijote a su escudero Sancho, en esa obra literaria universal de Miguel de Cervantes: «La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.»