Cartas al director
Que no se nos olvide
Decía el narrador de El amor en los tiempos del cólera que «la memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio logramos sobrellevar el pasado». En España no podemos permitirnos el lujo de olvidar. Las ansias de poder han empujado al presidente a consumar su traición de la mano del cólera del independentismo, rindiendo ante sus pies el Estado de derecho y la igualdad entre españoles. Sánchez, que se erige como adalid de la convivencia y el progreso, no es más que una hetaira de voz engolada que ha vendido nuestro país por siete votos. Este acuerdo para tramitar la ley de amnistía es la puntilla con la que el sátrapa ha rematado nuestra paciencia. No me cabe duda de que las manifestaciones y reivindicaciones de quienes se resignan a ver pisoteados sus derechos no cesarán. Hemos eliminado demasiados malos recuerdos por intentar magnificar los buenos, pero hasta Gabo sabía que el corazón tiene un límite.
Sánchez será investido envuelto en la ignominia y los impetuosos aplausos de su cohorte de plañideras. Es algo irremediable. Gobernará cuatro años más para seguir atentando contra nuestra libertad, inteligencia y aplomo. Con permiso de Unamuno, vencerán, pero no convencerán. Y no convencerán porque recordaremos todas sus afrentas pasadas, presentes y futuras. Enumerar todas las vergüenzas del Gobierno de Sánchez, más que una tarea difícil, es tediosa y excedería con creces el espacio que se me ofrece, así que trataré de ser conciso y limitarme a aquellas que considero más clamorosas: No canceló la manifestación del 8-M en 2020 a pesar de la alerta sanitaria; durante la pandemia creó un supuesto comité de expertos que nunca existió para justificar sus medidas; el TC declaró ilegal el estado de alarma y el cierre del Congreso; indultó a los golpistas cuando prometió no hacerlo; colocó a sus dos primeros ministros de Justicia en la Fiscalía General y el TC; nombró afines en las direcciones del CIS, INE, RTVE, Renfe, etc.; pactó con Bildu; reconoció unilateralmente la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental (seguimos sin conocer el alcance del espionaje marroquí en el caso Pegasus, descubierto un mes antes); es el presidente que más ha usado el decreto-ley en democracia; permitió que Ábalos se reuniera con Delcy a pesar de la prohibición de la UE y nunca reveló el contenido de aquellas maletas; ocultó los nombres de los diputados socialistas salpicados por el caso del Tito Berni (aquel «qué más te da» tan educado de Patxi López a un periodista); está tramitando el indulto de Griñán y los condenados por los ERE; y acaba de rubricar el pacto de investidura más infame de nuestra historia democrática.
Escudarse en un supuesto mandato popular y criticar a los que protestamos de no respetar el sistema es de traca, además de desprender un hediondo tufo chavista. Aceptar lecciones de democracia de Sánchez y sus fámulos sería como tener de nutricionista a Kim Jong Un. No nos callarán. Y, sobre todo, no olvidaremos.