Bravo, señor Sánchez

Bravo y tres veces bravo; lo está usted consiguiendo.

Con su forma de gobernar, haciendo oposición a la oposición, está usted logrando dividir a los españoles en dos bandos: los buenos (o sea, los que «piensan como yo») y los malos (es decir, «el resto»); está consiguiendo que, poco a poco, los españoles nos vayamos cogiendo cada vez más manía. Ha conseguido que jueces, fiscales, policías, inspectores de Hacienda, diplomáticos, empresarios y una gran parte de los españolitos de a pie se pongan en su contra y, lo que es más grave, cojan manía a esa maravillosa tierra del nordeste español.

Ha conseguido que los españolitos de a pie vayan, poco a poco, desenterrando un odio entre ellos que parecía olvidado y que empieza a recordar al de 1936.

Puede usted seguir por ese camino, pero recuerde que, como dijo un gran santo español, «la transigencia es señal cierta de no tener la verdad. Cuando un hombre transige en cosas de ideal, de honra o de Fe, ese hombre es un… hombre sin ideal, sin honra y sin Fe».

Usted mismo...