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22 de septiembre de 2024

Cartas al director

Cuando truena

«¡Fue... go!», vocearon vigorosamente y al unísono los jefes de Pieza, en dos tiempos, separados un segundo para sincronizar su orden de disparo con el descenso enérgico de su mano desde la posición de saludo. Este iba dirigido también como gesto de respeto al soldado enemigo, destinatario de la peor tormenta, la que le había elegido como objetivo. Conducta modelo, que en combate mantiene el artillero español, señor siempre y caballero.

A varios kilómetros, las posiciones enemigas aguardaban, o no, la llegada del fornido enjambre con su carga letal. Su silbido, y el característico sonido del enrojecido metal al rasgar el aire, anunciaban el inminente final de su calculado y terrible viaje.

Los destellos cegadores de las deflagraciones producidas tras la activación de las espoletas graduadas, y de los impactos de ojivas y metrallas, se amalgamaban con un pavoroso tronar, logrando armar la más espectacular tramoya para el drama que la historia les había llamado a representar.

¡Artillería!, deseada de las Fuerzas propias, temida y buscada por las enemigas. Para proteger a los tuyos naciste, su suelo y su nación y, en último extremo, con tu acerado poder, constituir la última razón del Rey, y hacer valer la ley.

Bárbara, valerosa y bella. Contra tu voluntad y entereza se estrelló el empuje del fiero ataque, que pretendió forzarte en lo más íntimo e importante. Tan arduo y duro combate jamás logró acobardarte, ni hacerte vacilar. Y, al no poderte ganar, tu propio padre eligió la alternativa de matarte. De ahí que rugiese el cielo, y se abriese el firmamento encolerizado para lanzar su rayo, y acabar con tal iniquidad en un corazón humano. Tus lágrimas de dolor y tristeza no lloraban tu suerte, sino que fruto de tu nobleza brotaban al implorar para tu progenitor contrición y clemencia.

Santa Bárbara bendita, la Artillería se reconoce en tu valía. Cuando truena y cuando no, como su Patrona te quiere y a ti porfía. Tú que aplacas la fiera borrasca y del trueno el horrísono son, de tus hijos escucha la voz. Templa su espíritu en la llama de tu gloria, y concédeles marchar unidos para que el nombre de la patria puedan engrandecer.

Hazles, como tu, capaces de decir y cumplir: ¡antes que rendidos, muertos con honor!

Que todavía hay frente, y también misión.

Al morir el valiente artillero defendiendo tenaz el cañón dale, ¡Oh Virgen!, sublime y piadosa, siempre amparo, consuelo y perdón.

¡Feliz Patrona!, artilleros.

¡Viva Santa Bárbara!

Francisco Javier Lage

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