La ideología de la subvención

La reciente reforma del subsidio por desempleo que eleva la prestación de 480 a 570 euros mensuales ha sido catalogada en el Consejo de ministros por Yolanda Díaz, la ministra de Trabajo y Economía Social, como «una de las más importantes y un compromiso que tenía con los trabajadores de este país, además, es especialmente feminista», porque el 56 por ciento de los perceptores son mujeres, tal cual.

Creía que el objetivo del Ministerio de Trabajo era el fomento del empleo contribuyendo al desarrollo económico y social respetando la legalidad laboral. Y, resulta que, en vez de incentivar a la empresa, verdadera generadora de puestos de trabajo y prosperidad, alienta al parado o fijo discontinuo, lo que es lo mismo, para que mantenga de forma vitalicia su precaria situación, permitiéndoles seguir cobrando la ayudita con fondos públicos, es decir de los impuestos de todos los españoles que trabajan, y rechazando alegremente puestos de trabajo porque no son de su gusto o no le remuneran según su cualificación, como he escuchado perplejo en más de una ocasión.

Por lo tanto, resulta que cuando uno no tiene ideas para crear puestos de trabajo, es decir riqueza, subvenciona con cargo al erario público a los demandantes, repartiendo la pobreza, y esa es la reforma tan exitosa de esta sagaz señora: esa sociedad sin clases por el empobrecimiento generalizado de todos que preconizaba el extinto comunismo que ella trata de resucitar para fortuna de ingenuos. Yo invito, pero paga usted.