Otra forma de comunicar

No sé cómo se imparte hoy la docencia en las escuelas de comunicación. O tal vez mejor, ¿cómo se impone que se ofrezcan las noticias desde la redacción? El resultado es una distorsión disparatada de los acontecimientos; unas presentaciones de pretendido Pulitzer a nuestra triste irrelevancia; un relato exagerado de nuestra levedad. Me llaman la atención la tonalidad teatral utilizada; los fondos que contradicen el relato, hablando por ejemplo de la nevada de las nevadas cuando el manto níveo que acompaña las imágenes ni siquiera está blanco en su totalidad. Todo es grandioso o dantesco; hasta los recurrentes chupitos de hielo en Chicago, repetidos en cada estación. La emoción periodística, el compromiso del relator son tales, que hay que singularizar cada noticia convencional como si para la Fox o la CNN se tratase. Flaco favor a la comprensión intelectual del mundo en el que estamos inscritos, donde cada acto sencillo tiene que ser lo más, posiblemente para compensar la ausencia de expertos, de analistas, de periodistas rigurosos que controlen el tema del que exponen. TVE es un buen ejemplo. ¿Cómo es posible que una corresponsal forjada en las calles de Pekín, Nueva York y París aborde en el presente Ucrania y Gaza, escenarios especializados donde los haya? Se me antoja que un poco más de modestia corporativa y personal; un pisar un poco más el suelo, arrojen la clarividencia suficiente para que los medios presenten al espectador aquellas noticias de suficiente interés, con atractivo, rigor y naturalidad, con matices de humanidad, dejando la emoción y la teatralidad para las aulas de periodismo. Menos mal que aún nos quedan relatos como los de Carlos del Amor.