Cartas al director
PISA y Sánchez
Escribo estas consideraciones porque, debido al anuncio de Sánchez sobre Educación, ya se está empezando a hablar mucho sobre este tema, y me parece conveniente hacerles llegar la opinión de un profesor de a pie que, aunque jubilado, le sigue preocupando la marcha de la Educación.
He leído estos días que «Sánchez aboga ahora por reforzar Matemáticas y Lengua tras el desastre de PISA», y dice que la causa de este desastre se debe a que las Matemáticas y la Comprensión Lectora son dos asignaturas duras de roer. ¡Que curioso! ¿Tendrán «mejor dentadura» en los muchos países que obtienen bastante mejores resultados que España, o en Castilla León, que suele situarse varios puntos por encima de la media de las CC. AA.? A mi modo de ver, la causa principal hay que buscarla en las leyes educativas socialistas que son las que venimos padeciendo desde los años noventa, y que cuando las han cambiado ha sido a peor. El PP intentó corregir la mala dirección con dos leyes (Del Castillo y Wert), pero los socialistas apenas dejaron que se estrenasen.
Pero Sánchez, en vez de hacer autocrítica, dice que no van a parar, cuando lo que tendría que hacer es meter la marcha atrás y retroceder –con los retoques necesarios– a algo similar a lo que había antes de la LOGSE. Y es que, cuando se avanza hacia el precipicio, más que no parar, hay que frenar, reflexionar y cambiar de dirección.
¡Qué cara tiene este tío! Es él quien nos ha gobernado estos últimos años; son las leyes socialistas las que nos han llevado a este desastre. Por eso, tendría que empezar pidiéndonos perdón; pero no, la cacareada autocrítica la dejan para que la practiquen los demás.
Y ahora, como de costumbre, tratarán de arreglar las cosas derrochando el dinero de los contribuyentes abundando en la «cultura del maná», en vez de volver a la del esfuerzo.
Es el giro de 360 grados del que algunos hablábamos ya desde el año 2000. Ahí están, por ejemplo, la introducción al libro El fracaso escolar no es casual..., el Panfleto antipedagógico de Ricardo Moreno Castillo, La Enseñanza destruida de Orrico o el Romance de la evaluación de Fray Josepho.