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Cartas al director

Batallitas madrileñas

Resultan incalculables las lecturas que pueden realizarse tras la consulta electoral del pasado domingo, aunque el PSOE siempre le echará la culpa a los demás. Que el nacionalismo devoró al PSOE, que Feijóo va directo a la Moncloa, que los socialistas están en las últimas, que Yolanda tira menos que el facherío o que los gallegos votaron contra la amnistía. Son solo algunas. Pero hay una conclusión que conviene resaltar. La españolización de la campaña ha penalizado a quienes quisieron llevarla más allá de Pedrafita. Si aceptamos que, al margen de que el PP cumple su objetivo de mantener la Xunta aunque se dejara 54.388 votos (un 0,40 %), perdiendo dos escaños y apoyos en el 63 % de los concellos, los grandes ganadores son BNG y Democracia Ourensana. Y si nos preguntamos el porqué de sus éxitos, además de unas campañas ingeniosas hay que anotar que fueron los únicos que les hablaron a los ciudadanos de lo que realmente les interesaba. De Galicia. De sus problemas y posibles soluciones. Quienes fueron a Galicia a hablar de políticas de distensión, como hizo Pedro Sánchez en sus ocho visitas, o de lo injusto de la amnistía, como Núñez Feijoo, vinculando al BNG con Bildu y ETA y propagando vídeos en los que el rostro de Pontón se fundía con el de Otegi, no entendieron aquello que Manuel Fraga tenía muy claro. Que para que las campañas gallegas tengan éxito hay que empaparlas de galleguismo. Populares y socialistas se empecinaron en dilucidar la batalla estatal en terrenos gallegos. Como si fueran unas generales. Estas elecciones demostraron también que la amnistía no suma y puede que hasta reste. El asunto no parece haber dado un gran rendimiento a los populares, sobre todo cuando el propio Feijóo se mostró dispuesto a su aprobación. Eso sí, con condicionantes. Y que no penaliza lo demuestran los resultados del BNG vampirizando votos socialistas y que en este asunto va un paso por delante de ellos. A lo que suma su vocación independentista. Cuando los paracaidistas de Madrid visitaron Galicia para darles la tabarra con la amnistía, Bildu y ETA; con la convivencia o el terrorismo en Cataluña, Ana Pontón les exigió que se dejaran de «batallitas madrileñas». Pero claro, es que Madrid, querámoslo o no, es el centro del mundo. Y allí siguen viendo a Galicia como un vergel. Con «la bahía de Vigo» y la inmensa suerte de poder «seguir paseando por los montes de eucaliptos de Vigo». Y eso que no evocaron el pulpo de Friol. Tan apetitoso y exquisito. Que diría Díaz Ayuso.

Genaro Novo

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