Cartas al director
Ciencia para la humanización
Basta una mirada a nuestro alrededor para advertir cómo la técnica está invadiendo nuestras vidas en todos los aspectos: individual, familiar, social, laboral… Efectivamente estamos rodeados de aparatos de muy diversos tipos y funciones: desde los que hacen más llevaderas las labores del hogar o del trabajo hasta los que tienen una función favorecedora de la cultura o del ocio. Juan Pablo II advertía sobre este tema en el número 28 de su encíclica Sollicitudo rei socialis: «En efecto, este superdesarrollo, consistente en la excesiva disponibilidad de toda clase de bienes materiales para algunas categorías sociales, fácilmente hace a los hombres esclavos de la «posesión» y del goce inmediato, sin otro horizonte que la multiplicación o la continua sustitución de los objetos que se poseen por otros todavía más perfectos. Es la llamada civilización del «consumo» o consumismo.
Pero junto al peligro del consumismo se puede vislumbrar otro peligro y es el de la utilidad real de todos estos elementos. Es evidente los progresos logrados y los beneficios que reportan, pero es también evidente el distanciamiento que están produciendo entre las personas. Es muy normal comprobar cuando se viaja en transporte público cómo un porcentaje elevadísimo de usuarios van pendientes de su móvil o tableta, o también el aislamiento en el que viven muchos chicos jóvenes (y no tan jóvenes) pendientes asiduamente de las redes sociales. Dicen tener innumerables amigos, pero con ninguno de ellos han sido capaces de tomar un café o un refresco. Sí, se está enfriando el trato personal en las relaciones sociales y familiares. Esto hace necesario una investigación y un enfoque más humanitarios de las tecnologías, una educación también más humanitaria sobre su uso y una convicción de la enriquecedora aportación de las relaciones personales.