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Cartas al director

Cuerpos endiosados

Vivimos en una época donde el cuerpo está para muchos al nivel de Dios. Sin embargo, a medida que este se va convirtiendo en lo más importante hasta el punto de adorarlo, de forma proporcionalmente inversa se está denigrando hasta el punto de tratarlo como un objeto. Es curioso.

El templo del espíritu, el baluarte del alma, es ahora una fuente más de vanidad, de placer por el placer y de falsedad. Hemos pasado del Torso del Belvedere, con su semblante poderoso, radiante de energía y transmisor de fortaleza, a los «influencers» que levantan pesas mientras se graban delante de un espejo. De aquellos guerreros fornidos que vestían armaduras y daban su vida por su familia y por su patria, a estos de la actualidad, que visten mallas para «marcar más» y dan su vida por los «followers». La mujer, que antes no veía necesario vestir de una determinada manera porque se valoraba a sí misma, ahora parece querer buscar la aprobación de todos los hombres.

Es la cultura de la desolación, que cosifica a las personas y personifica a las cosas. Que te ofrece el éxito, la fama y el placer, mientras por la espalda te roba tu calidad de persona y te hunde en la miseria.

Somos personas creadas para la grandeza, para la Eternidad; por favor, luchemos contra esta ola gigantesca que quiere reducir nuestra infinita esperanza a un cuerpo, nuestro y bello, sí, pero que de aquí a unos años acabará, como todas las cosas de este mundo, convertido en polvo.

Adrián Castillo Álvarez

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