Cartas al director
Izquierda democrática
Las elecciones en Francia han dado como resultado que el partido liderado por Marine Le Pen roza la mayoría absoluta. E, inmediatamente, la izquierda, muy democrática ella, se ha lanzado a reventar la calle en Nates y en Lyon.
La historia no es nueva: la izquierda sólo acepta los resultados de unas elecciones cuando les son favorables. Ejemplo: cuando el señor Rajoy ganó las elecciones con mayoría absoluta, el señor Llamazares, líder entonces de Izquierda Unida, en una entrevista que le hizo Isabel San Sebastián dijo que Rajoy no tenía legitimidad para gobernar porque era de derechas.
El tema es que eso que llaman la «extrema derecha» (concepto que, por cierto, está sin definir y ya cansa oírlo) tiene razón en muchas de las cosas que denuncian, aunque luego, las soluciones que proponen no sean las más adecuadas: los problemas complejos (como la inmigración) no se arreglan con soluciones simples. Pero ese es otro tema.
Porque la pregunta que se deberían hacer esos políticos que presumen de sensatez, moderación y cordura es el porqué del auge de esos partidos y el porqué no generan la confianza suficiente para que el ciudadano de a pie le confíe su voto.