Cartas al director
Ni Sánchez ni sus votantes tienen principios
Que Pedro Sánchez nunca haya tenido ni tenga principios, es conocido. Pero que haya confundido a un Marx, de nombre Karl, con otro llamado Groucho, esto sí que es novedoso: «Estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros», o lo que es lo mismo dicho por Sánchez, los progresistas adaptan «sus principios a las necesidades». En realidad, lo que dijo el otro Marx fue: «De cada cual, según su capacidad; a cada cual, según sus necesidades». Esta frase expresaba la visión de Marx sobre una sociedad comunista utópica, donde la distribución de bienes se basaría en las necesidades individuales en lugar de la capacidad de pago.
Pero con Sánchez siempre hay que leer entre líneas. Y puede que de su equivocación surja el subconsciente del inconsciente: Sánchez ha decidido darle a ERC la financiación singular y la soberanía fiscal que reclama a cambio de que gobierne Illa, y es por ello que va preparando a sus votantes, indicándoles que los principios son lo de menos, que son maleables y que la consecuencia lógica de este caótico pensamiento es que compensa no tenerlos. ¿Por qué ser esclavo de unos pocos cuando los puedes tener todos? O lo que es lo mismo, mejor no tener ninguno.
Para una vez que Sánchez no miente, resulta que es por equivocación y confiesa algo ya admitido por toda la izquierda progresista y desquiciada: Aquí caben todos, todas y todes; los faltones, los hipócritas, los irrespetuosos, los que no tienen moral y ahora también los que no tienen principios. Pues votantes del PSOE, por favor, aléjense de mí y de mi familia. Respeto todas las ideas y todas las opiniones, pero la ausencia de respeto por la inteligencia de los demás, me impide reconocerles como interlocutores válidos.
Por cierto Sr. Sánchez, recuerde esta sí, del genial Groucho: «Nunca olvido una cara, pero con Vd. haré una excepción».