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Cartas al director

Sobre el Tribunal Constitucional

A la vista de la torticera actuación y resoluciones del Tribunal Constitucional y la conducta sectaria del Sr. Pumpido, quiero hacer una breve llamada sobre el riesgo que representa la puerta que se ha abierto para el Estado de derecho y para la propia convivencia de los españoles.

Arrogarse el TC en un tribunal de casación es inadmisible en una democracia occidental (al menos eso era España hasta hace unos años) pero enmendar sentencias sobre la malversación de los golpistas catalanes y de los condenados por los ERE de Andalucía, no hace sino llevarnos a un escenario de corrupción (institucional).

Durante años he sido profesor en la Universidad Anáhuac México y he impartido no pocas conferencias sobre uno de los problemas endémicos en ese país tan querido por mí. Una de las ideas que mantenía era que la corrupción, en sus múltiples manifestaciones, no es un problema mayor, siempre y cuando se evite la impunidad, el verdadero cáncer a combatir. Ponía como ejemplo a España, país con índices relativamente altos en Europa (60 puntos y puesto 39/198 de menor impacto de la corrupción. Según Transparencia Internacional) pero que la ratio de impunidad se ha mantenido en unos niveles muy bajos, de hecho han pasado por los tribunales y han sido sentenciados un buen número de personas por conductas corruptas.

El nuevo escenario abre, por desgracia, la impunidad a los delincuentes, admitiendo de facto, la existencia de dos clases de ciudadanos.

Qué a propósito resultan las palabras de Cervantes en la boca de nuestro querido Quijote: «Cambiar el mundo, querido Sancho, no es locura ni utopía, es Justicia». Confío en que los españoles entendamos la necesidad de cambiar a Sánchez en aras de esa justicia.

Jesús de Miguel Sebastián

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