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Cartas al director

Pobre política

Una canción de Aznavour, Hier encore, y como fondo el cuadro de László de Vere Harmsworth, al que retrató siete meses antes de su muerte con sólo 21 años en la batalla del Somme, me llevaron a investigar sobre éste.

Aznavour, al cumplir los cuarenta, repasaba veinte años de su vida.

Vere, segundo hijo del vizconde de Rothermere se alistó en la Marina y tuvo que renunciar por la sordera producida por los disparos. Lo tenía todo, pero se unió a la Reserva Real de Voluntarios Navales.

Capturado durante el bombardeo de Amberes escapó y luchó en Turquía donde fue herido. Recuperado, lo mataron en la batalla del Somme.

Rothermere sufriría la pérdida de otro hijo, Vyvyan, poco más de un año después.

Vere no lo sabría nunca cuando escribió sobre su padre: «Ha sido tan bueno conmigo y ha construido tal posición para sus tres hijos, que será desgarrador para él ver desperdiciado parte del trabajo de su vida. Después de todo, si sólo tiene que renunciar a uno de nosotros tres, pagará una parte bastante pequeña en comparación con otros».

¿Sería igual la política si individuos que se dedican a ella fueran la milésima parte de generosos que este padre y estos hermanos?

Cada día odio más el enorme lodazal en el que se ha convertido la política, ocupada y emputecida –nunca estuvo más claro que se acuestan por dinero– por los advenedizos más zafios, presumiendo obscenamente de lo que dicen, pero jamás hacen. O deberían hacer.

Felipe Sánchez Gahete

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