El dilema castellano, valenciano

En la Comunidad Valenciana, desde hace muchos años, existe un fuerte debate sobre el tema del bilingüismo oficial. Y casualmente esta semana han aparecido en la prensa valenciana dos reseñas sobre esta cuestión, la primera, una noticia, «El castellano vuelve a 200 colegios en infantil, …….», y la segunda, una Carta al Director, «La riqueza de tener dos lenguas». Y en ambos casos, no se manifiesta claramente que es la política la que se ha incrustado en esta cuestión, creando un problema que nunca antes había existido en esa Comunidad.

El que suscribe nació en Chiva, un pueblo castellanoparlante puro, pero estudió su carrera y trabajó en Valencia, con compañeros de ambas lenguas, y jamás presenció una discusión sobre esta cuestión. Pero llegaron los políticos, y lo primero que hicieron, que me pareció muy lógico, fue introducir la asignatura de valenciano en la educación escolar, pero sibilina y progresivamente fueron avanzando en la exigencia del valenciano, hasta llegar a desplazar por completo al castellano en muchos casos, y además, que es lo más grave, sin dejar que los padres pudieran elegir la lengua para educar a sus hijos, como dicta nuestra Constitución.

Por todo ello, me llama la atención el titular de la primera noticia, porque inocentemente creía que a partir de ahora los padres castellanoparlantes ya podrían elegir su lengua materna para sus hijos (por el innegable beneficio pedagógico que supone), cuando de lo que se trata es que pueden volver a estudiar en esta lengua solo en un miserable 25% (el resto, en valenciano e inglés). Y sobre la segunda reseña, creo que para un castellanoparlante no cabe la mayor duda de que es mucha mayor riqueza, de cara a su futuro profesional, hablar en castellano y en inglés. En definitiva, de lo que se trata es del respeto a la palabra «libertad», y el desprecio total a la palabra «imposición», que es lo mismo que dictadura.