Cartas al director
La tardanza del Ejército
Numerosas críticas se han vertido sobre la no intervención con inmediatez de las Fuerzas Armadas en Valencia aunque tenían unidades posicionadas para hacerlo. Es obvio que las unidades militares no actúan por propia iniciativa sino por órdenes de las autoridades civiles competentes como tan reiteradamente se les recuerda y, diga lo que se diga, su empleo tenía que desencadenarse por orden del ministro del Interior, o de Defensa, o de la delegada del Gobierno, o a petición de la Comunidad.
Otra cosa es que, como se ha reconocido, ningún organismo pudo detectar una avalancha de agua tan repentina y en tan corto plazo de tiempo que superó con creces las previsiones. Es en ese caso cuando las unidades militares posicionadas percibieron la gravedad de la situación y, sin esperar recibir órdenes, aplicaron lo que establece Artículo 14 de las Reales Ordenanza de que «…. el contentarse regularmente con hacer lo preciso de su deber, sin que su propia voluntad adelante cosa alguna, …son pruebas de gran desidia e ineptitud para la carrera de las armas» y, actuando por iniciativa propia, iniciaron su intervención arrastrando con ello la incorporación de nuevos efectivos.