Cartas al director
Asalto a la Justicia
Si los tejemanejes de su esposa doña Begoña y los de su fiscal general del Estado, ya tendrían gravedad ética y política suficiente como para que le costasen la presidencia, las asombrosas respuestas en sede judicial del artista de su hermano sobre las circunstancias de su bien pagado «trabajo», serían como para que se encerrase abochornado en la Moncloa hasta el final de su mandato (porque dimitir, no dimitirá). La burla sobre los parados que significan las contestaciones del hermanísimo sobre su extraña prestación laboral, en la que desconocía la ubicación de su despacho y hasta en qué consistía su actividad, se corona con el sarcasmo hacia todos los españoles que implica el misericordioso tratamiento recibido por esa misma Hacienda que a los demás nos cruje a impuestos y no nos perdona ni una.