Cartas al director
Incultos insultos
Nos estamos acostumbrando a un clima político que degrada la convivencia y el debate democrático. Cada vez es más frecuente que las críticas rocen la falta de respeto, tanto a nivel nacional como internacional. Sin embargo, este problema no es exclusivo de los políticos; las redes sociales amplifican la polarización, premiando el ruido sobre la reflexión.
Paradójicamente, exigimos que la inteligencia artificial se rija por normas éticas y morales, mientras en la política hemos normalizado estrategias basadas en el ataque y la descalificación. En la lucha por ganar un voto, parece más rentable erosionar al adversario que defender ideas propias.
No estamos dando buen ejemplo a las nuevas generaciones, al convertir el insulto en un recurso habitual, fomentamos una cultura de confrontación en lugar de una sociedad basada en el diálogo y el respeto. Esta degradación del debate público no es solo una cuestión de formas, sino un síntoma de una preocupante falta de cultura y responsabilidad. La estrategia de «haz ruido, que algo queda» puede ser efectiva en el corto plazo, pero a largo plazo nos empobrece como sociedad.
Nos preocupamos por el desarrollo sostenible del planeta y del cambio climático. ¿Estamos haciendo lo mismo con la sostenibilidad de nuestras relaciones humanas?