Después de la nación
Mis reflexiones apuntan al enorme peligro que presenta el mundo woke, el 'laissez faire', 'laissez passer' de los franceses, el abandono y la pérdida de valores y responsabilidades por parte de la ciudadanía
Inquietante libro recién leído de la mente preclara y quién sabe si premonitoria de José María Marco en un ensayo sobre el nacimiento y muerte del concepto nación a la par que paradójicamente el nacimiento, desarrollo y muerte de la nacionalidad, así como la también destructiva, peligrosa y casi siempre sangrienta presencia y protagonismo del nacionalismo excluyente en nuestro país y en el mundo.
Parece que nuestro horizonte hoy fuera premeditado ya en la transición y establecido conscientemente en la redacción y aprobación de nuestra Constitución del 78, o simplemente por una deformación y alteración progresiva de su aplicación después de medio siglo, lo cierto es que en el baile conceptual de nación única indisoluble e indivisible, nacionalidades, estatutos autonómicos, lenguas cooficiales, delirios identitarios y orgía de competencias, ahora ya nada es lo que era.
La nación España está superada y tal vez enterrada, las ocho o nueve nacionalidades que vislumbra la excelencia mental del Sr. Iceta aspiran a convertirse en pequeñas naciones o nacioncillas que se destruirán entre ellas o se autodestruirán simplemente por ausencia total de corpus histórico y cultural.
El problema es que destruidas y enterradas de nuevo las nuevas nacioncillas tendremos que permanecer en el limbo identitario, resucitar la nación española o tal vez rebautizarla como dominio, pueblo, asentamiento territorial o quién sabe cómo.
Desaparece el Estado o se desintegra en diecisiete microcosmos que diluidos como azucarillos o encerrados en sus taifas, no siendo nada deberán unirse o federarse para volver a conformar un nuevo Estado con lo que habremos hecho un largo, costoso y doloroso viaje en el tiempo para volver al origen. Y entre tanto nos habremos corrido una juerga verdaderamente cómica y entretenida, sobre todo.
Por resumir, muerta la nación, vivan las naciones, y muertas las naciones, viva la nación. ¿Lo entienden? Yo no.
Lo cierto es que el drama está servido, nuestra historia democrática se está poniendo en cuestión por parte de nuestro propio sistema político y hemos abierto la puerta a una destructora y mortal contaminación, además contagiosa, de comunismos periclitados, anti sistemas varios, separatismos sanguinarios, excluyentes y aldeanos que se mueven como pez en el agua en el caos porque el caos es su propio medio de subsistencia.
Esta demolición a la que estamos asistiendo, no sé si estuvo programada o no pues doctores tiene la iglesia, pero no creo que nos lleve a un nuevo orden democrático como el que nos ha amparado hasta hoy pues ni España ni el mundo están para demasiados experimentos. Nuestro progreso y convivencia pacífica presenta un grave riesgo y no podemos olvidar que la muerte sobreviene cuando no se defiende la vida y los males vencen cuando fallan las defensas.
Mis reflexiones apuntan al enorme peligro que presenta el mundo woke, el laissez faire, laissez passer de los franceses, el abandono y la pérdida de valores y responsabilidades por parte de la ciudadanía. Si los españoles no defendemos nuestro país, nuestra historia, nuestra cultura y nuestro lugar en la evolución del mundo y la civilización, éste morirá, o lo matarán, el futuro será un espacio incognito y en el concepto de nación-nada, no hay nada.
¿Nos pillará despiertos?
- Mariano Gomá es presidente de Foro España Cívica