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En Primera LíneaMariano Gomá

Ahora nos toca a nosotros

Todos los estándares europeos disparan las alarmas españolas en pobreza social, desaparición de clases medias, desempleo habitual con especial relevancia en la juventud, déficit educativo y cultural, huida del talento, violencia urbana e inmigración ilegal descontrolada

Actualizada 11:55

Parece que pasado el verano disfrutando del patrimonio nacional de todos, Su Persona nuestro presidente, con el desde hace poco fangoso entorno familiar, ha renovado su malsana energía para seguir haciendo daño a la democracia española sin la cual les sería imposible cometer tamañas atrocidades.

Pues bien, desde asaltar, invadir y violar las más altas y sacrosantas instituciones del Estado, ahora parece que nos ha llegado el turno a nosotros, medios de comunicación, células libres de la sociedad, asociaciones y ciudadanos disidentes de la resistencia para ser depurados convenientemente.

Sánchez

Lu Tolstova

Iluso de mí creía que a estas alturas de siglo y en un mundo supuestamente civilizado, en mi país España no correría ya riesgos de persecución, ataques, exclusión política y social y demás atentados, pero ciertamente me equivocaba. La maldad del mundo sanchista, zapateril, comunista y separatista con el paréntesis y la duda de un socialismo que ya no entiendo, sí son capaces todavía de poner a la sociedad normal contra la pared con amenazas para que los ciudadanos desistamos de la crítica, la queja o la alerta de inminente destrucción de la nación juntamente con todos los logros en convivencia, prestigio y desarrollo conseguidos en las últimas décadas con nuestra monarquía democrática constitucional.

El miedo es contagioso y no debemos permitir que se propague e instale en las más altas instituciones del Estado, pues con ello peligra el último bastión de defensa que nos queda a los ciudadanos que seguimos persiguiendo la libertad en España, Europa y el mundo libre pues nada se nos ha perdido en Venezuela, Cuba o Corea del Norte. (Aquí deberíamos imaginarnos fotografías del cotidiano en Caracas o en La Habana porque de Corea no las hay).

Hemos perdido ya mucho tiempo y hemos permitido impertérritos o anestesiados a los mayores engaños, insultos a la razón y a la libertad que no cabe en la cabeza que todavía no se haya producido una auténtica revolución social, pero debemos estar inmersos en una democracia de grandes colectivos enfermos que siguen obedeciendo a las doctrinas y órdenes del enfermo mayor de sí mismo a pesar de sufrir el mayor paro, la menor capacidad para llenar la cesta de la compra, la vida cotidiana repleta de basura informativa, televisiva, de opinión sincronizada y mentira compulsiva vertida por el equipo médico contagioso habitual.

Todos los estándares europeos disparan las alarmas españolas en pobreza social, desaparición de clases medias, desempleo habitual con especial relevancia en la juventud, déficit educativo y cultural, huida del talento, violencia urbana e inmigración ilegal descontrolada, pero aun así el país aguanta y sigue obedeciendo a la consigna del miedo a que viene la derecha. Y parece mentira que la gente crea con su voto que eso puede ser una hecatombe cuando si se miran al espejo se verán sumergidos en las cloacas de una extrema izquierda que siempre ha llevado al mundo a la miseria, la muerte y la destrucción.

Y nosotros tan contentos con las maletas de la Sra. Delcy, las dietas de la acompañante de un ministro, las salidas de tono de un eslabón perdido o los saltos y gritos de una histérica enaltecida. ¡Quién lo diría!

Así las cosas, a falta de revolución, ahora quizás nos toque a nosotros agachar la cabeza y ofrecer la cerviz a la decapitación. Pero yo al menos no me pienso arrugar.

  • Mariano Gomá es presidente de Foro España Cívica
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