Carta a Nicolás Redondo Terreros

Querido Nicolás: no te escribiría esta carta pública si no me considerara amigo tuyo y aprovecho para pedirte de nuevo disculpas por un plantón que te di en una comida mano a mano en la que mi olvido te dejó plantado esperándome. Sabes que te admiro y estoy de acuerdo contigo en la visión que ofreces de lo que debería ser nuestro país y la valentía con la que afrontas tu protagonismo que aprovecho para reivindicar y que debería ser mayor, pero confío en que todo se andará.

He leído tu manifiesto-comunicado y no puedo estar más de acuerdo en que estamos soportando lo insoportable, que hay que convocar elecciones ya y que si no lo hace el Sr. Sánchez las tendremos que provocar nosotros, los ciudadanos, la sociedad civil. Ahora todavía no sé si será llenando de nuevo el centro de Madrid o anillando con millones de personas el Palacio de la Moncloa donde solo late un gélido corazón y putrefacta alma.

Como catalán de Barcelona que he vivido hoy aquí en mi tierra el circo con todos los payasos dando palmas me encuentro roto, violado, ultrajado y humillado por esos papanatas compatriotas que además de provocar un ridículo internacional se han reído de todos nosotros, de los españoles, de la Ley, de los Cuerpos de Seguridad y hasta de quién está tolerando todo ello atornillado al sillón del poder desde quién sabe el lugar de vacaciones del patrimonio nacional.

Querido Nicolás: el espectáculo no merece más que un litúrgico silencio como el que se guarda ante la muerte siendo además nosotros mismos los cadáveres, pero hay que acabar con el duelo y la tristeza que comporta.

Parece mentira, pero con la piel tan fina que tenemos los españoles ante la burla hacia el más tonto o el tonto del pueblo, estamos arrodillados ante una banda de asalta caminos que nos someten, unos desde los coches oficiales, otros desde los sillones de los parlamentos o congreso y otros de coreógrafos en la calle como un rebaño de borregos que con poquita hierba se contentan.

Ni tú, ni yo, ni todas aquellas personas que dando la cara o no, queremos que nuestro país regrese a la senda de la normalidad democrática y a la libertad, no podemos seguir consintiendo humillaciones como las que sufrimos por lo que desde aquí te invito y hago extensivo a la sociedad civil, a encabezar una revuelta pacífica pero definitiva que devuelva a España la dignidad que nunca hubiéramos debido perder. Estoy seguro de que toda esa gente que nos odia desde dentro que es como odiarse a sí mismo encontrará por el mundo refugios y espacios desde donde puedan seguir haciendo daño. Pero no en nuestra casa Nicolás porque no lo vamos a seguir permitiendo. ¡Fuera!