Javier Lambán
A sus 67 años pelea con una grave enfermedad, como refleja un rostro demacrado. Pero esa circunstancia personal no merma la valentía política del expresidente de Aragón y líder allí del PSOE. De un modo argumentativo, casi académico, Lambán desmontó con tres brochazos a las puertas de Ferraz el disparate del cupo catalán. Lo tachó de «inconstitucional e insolidario» y advirtió que de llegar a aplicarse provocaría «un cambio estructural» en España. Lástima que en el PSOE no quede más gente con su coherencia y patriotismo. Solo él y Page rompieron el silencio de los corderos de Ferraz, con unos socialistas que aceptan el fin de la igualdad entre españoles por puro oportunismo partidista y por conservar sus puestos.
Efímero ministro de Justicia con Sánchez, parece que ha decidido anteponer su integridad personal a servir a quien lo ha colocado como magistrado en el TC. Campo ha anunciado que se apartará en la decisión del Tribunal Constitucional sobre la amnistía, pues en su día se opuso a ella y es lo coherente. Una piedra inesperada en el camino de Pumpido, el jurista siempre presto a enlodarse la toga con el polvo del suelo por el bien del PSOE. Campo es actualmente la pareja de Meritxell Batet, laminada de mala manera por Sánchez, quien ahora podría preguntarse si no debió haber sido menos drástico en el apartamiento de la política catalana, porque a veces la vida ofrece segundas oportunidades y la venganza puede servirse en frío, y hasta por persona interpuesta…
El alcalde socialista de Barcelona ha dejado la plataforma Twitter, rebautizada por Musk, su actual propietario, como X. Alega Collboni que «se ha convertido en un lugar lleno de odio, intolerancia y mentiras». Es cierto que existe un problema en las redes sociales, y no solo en esa: muchos de los intervinientes practican el insulto y cometen flagrantes agresiones al derecho al honor ajeno, que son toleradas de manera impávida por las multinacionales propietarias del canal, mientras que la prensa ordinaria, debe, como ha de ser, respetar unas leyes que ahí se vulneran sistemáticamente, so pena de fuertes multas. Pero Twitter arrastra ese problema desde su fundación y Collboni ha guardado silencio todos estos años. Lo que lleva a pensar que su problema no son realmente los insultos y la intolerancia en Twitter, que siempre han estado ahí y realmente son una vergüenza inaceptable, sino el hecho de que su actual propietario es de derechas. Y eso sabido es que es anatema para una izquierda que aspira al monopolio de lo correcto.
comentarios