El Papa Francisco, vía Moscú, se empeña en salvar a Ucrania
El Santo Padre tiene claro que la paz hay que trabajarla y que el encuentro entre líderes religiosos resta apoyo a cualquier iniciativa violenta
El responsable de Asuntos Exteriores de la Iglesia Ortodoxa rusa, el metropolita Hilarión, ha visitado el Vaticano a finales de diciembre. Uno de los objetivos de esta visita era programar un encuentro con el patriarca Kirill, arzobispo de Moscú y líder de la Iglesia rusa, muy vinculada a la autoridad política. Se trata de un paso importante para aunar fuerzas contra un posible enfrentamiento armado en Ucrania.
El Papa Francisco tiene claro que la paz hay que trabajarla y que el encuentro entre líderes religiosos resta apoyo a cualquier iniciativa violenta. De hecho, entre los temas que quieren debatir en su próxima cita se encuentra «cómo los cristianos pueden sobrevivir en el mundo moderno, donde se enfrentan a persecución, violencia o amenazas a la vida».
No es fácil hablar con el patriarca de Moscú, y no tanto por su líder, sino debido a la oposición interna al Papa en el seno de la Iglesia Ortodoxa rusa, con sectores que aún consideran herejes a los católicos. La última vez que el Papa Francisco consiguió ver al patriarca Kirill fue en 2016 y tuvo que ser en un encuentro en La Habana, un territorio que se consideraba neutral.
De hecho, en la felicitación que envió Kirill por el 85 cumpleaños de Francisco mencionaba la declaración que firmaron en Cuba. El patriarca se mostraba «satisfecho de cómo nuestras iglesias han alcanzado un alto nivel de cooperación, aún manteniéndonos fieles a nuestras propias tradiciones». Eso sí, de momento no han concretado la fecha del nuevo encuentro.
El Papa Francisco también mantiene un buen nivel de relación con el presidente ruso, quien ha visitado tres veces el Vaticano. En la última de ellas, en 2019, se abordó la crisis con Ucrania y el obispo de Roma aprovechó para regalarle a Vladimir Putin su último mensaje de la Jornada de la Paz.
Con ocasión del reciente 85 cumpleaños del Papa, el pasado 17 de diciembre, el presidente ruso ha llamado por teléfono a Francisco. En una nota del Kremlin se asegura que «acordaron continuar trabajando para defender los principios morales y los valores humanísticos». También se menciona que destacaron «la importancia de un constructivo diálogo interreligioso».
La realidad es que desde que se supo de la concentración de tropas en la frontera con Ucrania, el obispo de Roma ha mostrado su preocupación. Al margen de hacer un llamamiento a la paz en el ángelus del 10 de diciembre, ha querido dialogar con Vladimir Putin directamente.
El peso de la diplomacia vaticana
Es difícil saber el alcance de este tipo de relaciones, pero es evidente que el líder ruso reconoce la autoridad moral del Vaticano y el Papa. Frente a la miopía de Stalin, con su célebre pregunta de «¿Cuántas divisiones tiene el Papa?», el nuevo hombre fuerte del Kremlin es consciente del peso que tiene la Santa Sede y su diplomacia.
El Papa Francisco ya demostró hace unos meses, con su visita a Irak, que es posible cambiar una dinámica destructiva en un país castigado por la violencia. Uno de sus resultados es que esta Navidad, por primera vez en su historia, ha sido considerada un día festivo en el país de mayoría islámica. Ahora, con la crisis de Ucrania, no faltan razones para la esperanza.