Reacciones a la tensión
«La guerra es una locura»: las iglesias católica y ortodoxa ante la tensión en Ucrania
Tanto el Papa Francisco como el patriarca Bartolomé I de Constantinopla se han alzado por la paz. A estos se les han unido voces como la del presidente de los obispos polacos, Stanislaw Gadecki
En repetidas ocasiones durante las últimas semanas, el Papa Francisco se ha mostrado contrario a la guerra en Ucrania, tanto en las audiencias generales como en el rezo del Ángelus desde la ventana del palacio apostólico sobre la plaza de San Pedro. Concretamente, el pasado domingo, el Santo Padre apeló a la «conciencia de los responsables políticos» la búsqueda de una salida diplomática a esta crisis y que la guerra pueda ser evitada.
Ya con anterioridad, el Pontífice había expresado que «la guerra es una locura», algo en lo que ha coincidido el patriarca ortodoxo de Constantinopla, Bartolomé I. Este se pronunció este lunes al respecto para afirmar: «Creemos firmemente que no hay otra solución posible para preservar la paz que el diálogo».
Respeto de la integridad territorial
Bartolomé I insistió también a los jefes de estado y de gobierno a respetar el derecho internacional. Su llamamiento por la paz incluyó también a los «representantes de las tradiciones religiosas, a las autoridades, a todas las personas de buena voluntad, para que pidan con fuerza una solución pacífica a esta peligrosa escalada de palabras y medios que pesa de forma amenazante sobre el pueblo ucraniano».
Por su parte, el presidente de los obispos polacos, Satinslaw Gadecki ha dirigido una carta al episcopado ortodoxo y católico de Ucrania y Rusia en la que se suma a la afirmación de que el conflicto bélico «es una locura», al igual que ha instado a que se respete el derecho a la autodeterminación de los pueblos y a la integridad territorial. El arzobispo Gadecki asegura que tanto Polonia, como Ucrania y Rusia, están ligadas «por una historia común de fe cristiana».
El esfuerzo común de oración, ha apelado Gadecki en la carta, ha de ser «un grito para prevenir el sufrimiento y la muerte de miles de seres humanos inocentes –especialmente los más débiles e indefensos– que no tendrán las fuerzas y las oportunidades de huir cuando explote la guerra».