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El Gobierno pretende privar de asistencia espiritual en los hospitales públicos

El Gobierno pretende privar de asistencia espiritual en los hospitales públicosCathopic

Sobre la idea de Compromís de eliminar a los capellanes de la sanidad pública

El director del Instituto para Cuidar Mejor, del
Hospital San Juan de Dios de Santurce, en Vizcaya, reflexiona sobre la importancia de la asistencia espiritual en los centros de salud al final de la vida

A finales de 2020, se levantó una importante polvareda mediática en torno a la propuesta del grupo parlamentario Izquierda Confederal, cuya petición fue elevada por Compromís, de suprimir de la sanidad pública la figura de los capellanes. Esta medida no prosperó gracias al blindaje que ofrece a la asistencia religiosa en los hospitales en el acuerdo entre el Estado y la Santa Sede de 1979.

Sobre este punto, cuyo eco vuelve a coger fuerza con las medidas que el Ministerio de Igualdad quiere imponer contra los médicos que estén en contra del aborto y los objetores de conciencia, ha reflexionado el experto en cuidados paliativos Jacinto Bátiz Cantera, director del Instituto para Cuidar Mejor, del Hospital San Juan de Dios de Santurce. «Es importante saber que la mayor parte del sufrimiento que ocurre en el final de la vida, a parte de provocarlo el dolor físico, tiene que ver con otros temas emocionales, sociales y espirituales y con su propia incapacidad para resolver los interrogantes más profundos de la vida», señala Bátiz, quien prosigue con su reflexión en los siguientes términos: «Los sanitarios tendemos a orientar nuestra atención profesional a quien sufre desde un abordaje único para resolver sus síntomas físicos, olvidándonos de sus otras formas de sufrir. Hemos comprobado que también se sufre desde una dimensión social, emocional y espiritual, sobre todo cuando quien sufre se encuentra en el proceso de morir. Por ello, creo que el abordaje integral a la persona doliente es necesario para que nuestro acompañamiento sea eficaz. Ninguna de las cuatro dimensiones del sufrimiento, que le acompañan a la persona hasta el umbral de esta vida, podemos dejar de atender. Por ello, en Medicina Paliativa, el trabajo debe hacerse en equipo; un equipo que debe ser multidisciplinar, un equipo que debe trabajar de formar interdisciplinar».

El desafío de la muerte

Sobre la universalidad del sufrimiento, intensificado en las fronteras de la vida, Bátiz señala que supone «un desafío técnico y en un imperativo moral que exige no mirar para otro lado». «Creo que la espiritualidad -prosigue el doctor- es también otro universal humano y que negar en la práctica nuestra naturaleza espiritual para el trabajo clínico se convierte en un claro factor de deshumanización». Referenciando al profesor Ramón Bayés cuando decía la importancia de «escuchar, explorar y responder al sufrimiento de cada uno de los pacientes» y al profesor Diego Gracia en alusión a los cuidados paliativos pues estos «han de controlar el dolor del paciente, pero también atender sus necesidades espirituales, entendidas más allá de la religiosidad», Bátiz considera que esta parte, la espiritualidad en la medicina, es algo «desconocido pero que los pacientes demandan cada vez más en sus últimos días». «Así lo constatamos a diario en nuestra práctica asistencial. No podemos mirar hacia otro lado», asegura.

Conocer cuáles son las preguntas que forman parte de la vida espiritual de la persona es esencial. «En la Unidad de Cuidados Paliativos de mi Hospital a lo largo de muchos años acompañándolos en su trance final de la vida me han planteado cosas como: `¿por qué a mí? ¿para qué seguir peleando? ¿qué sentido tiene mi vida ahora que me encuentro mal? ¿qué pinta Dios en todo esto, por qué no hace nada para parar esta enfermedad? ¿existe algo después de la muerte? ¿qué va a ser de mí? ¿es que el sufrimiento tiene algún sentido? ¿se puede encontrar sentido a la vida, aún sufriendo? ¿cómo hacer para reconciliarme conmigo mismo, o con los demás, o con ese Dios en el que uno pueda creer? ¿qué me puede ayudar cuando me siento solo? ¿por qué falla mi fe?».

Atender la necesidad del paciente «de ser reconocido como persona, de releer su vida, de encontrar sentido a su vida, de liberarse de la culpabilidad, de perdonarse, de reconciliarse, de sentirse perdonado», son algunas de las cuestiones que señala Bátiz como esenciales en el último tramo de la vida.

El acompañamiento integral y multidisciplinar es clave en el final de la vida

El acompañamiento integral y multidisciplinar es clave en el final de la vidaCathopic

El acompañamiento interdisciplinar

«El acompañamiento espiritual que podemos hacer en nuestra atención integral es reconocer, acoger y dar espacio al diálogo interior de quien sufre para que él mismo pueda dar voz a sus preguntas y dar vida a sus respuestas. El ser humano es capaz de afrontar la experiencia de la muerte, no sin dificultades, pudiendo abordarla desde la negación, la resignación o la rabia, pero también desde la aceptación confiada que conduce a un nuevo espacio de conciencia trascendida de la realidad. Y en este proceso también le debemos acompañar».

Sobre a quién corresponde esta tarea, Bátiz tiene claro que sería un error que el apoyo espiritual a ciertos profesionales de la relación interpersonal recaiga de forma exclusiva en figuras como el psicólogo, «que no es el propietario de sus emociones; la enfermera, que no es la propietaria de su boca seca o de sus heridas; el trabajador social, que no es el propietario de su familia; el médico, que no es el propietario de sus síntomas o el acompañante espiritual, que no es el propietario de las preocupaciones últimas del paciente». «Es necesario cuidar a las personas en el final de sus vidas también desde la espiritualidad, pero de manera transversal e interdisciplinar», asevera el director del Instituto. «Lo necesitan para morir con dignidad y en paz».

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