Los tres amigos judíos de san Juan Pablo II: «Hijos de un mismo Dios»
Sus caminos se reencontraron gracias a que dos de ellos se instalaron en Roma, donde Karol Wojtyla terminaría viviendo como Papa
Tres de los amigos de instituto de Juan Pablo II, en la pequeña ciudad polaca de Wadowice, eran judíos. Sufrieron la deportación y muerte de la mayor parte de sus familiares, pero estos chicos sobrevivieron a la persecución antisemita y a la guerra. Sus caminos se encontraron gracias a que dos de ellos se instalaron en Roma, donde Karol Wojtyla terminaría viviendo como Papa.
El periodista Gian Franco Svidercoschi narra los resultados de una investigación que le permite reconstruir esas tres vidas y la profunda amistad con Karol Wojtyla en un nuevo libro llamado Los amigos de Lolek. Uno de ellos, Jerzy Kluger, cuenta cómo de pequeño una anciana le regañó por estar dentro de una iglesia católica, siendo judío, mientras esperaba a su amigo. Al detallarle lo sucedido, con apenas diez años, el pequeño Wojtyla respondió: «¿No se dan cuenta de que somos hijos del mismo Dios?».
Huida por Ucrania, África e Italia
Svidercoschi es autor de un célebre libro llamado Carta a un amigo judío, en donde relataba la misiva de Juan Pablo II a su amigo Jerzy. Gracias a la difusión de esa obra logró dar con Ewa, compañera de instituto de Wojtyla que terminó viviendo en Australia. Cuando cayó en sus manos el texto fue consciente de que narraba una historia de amistad entre dos de sus compañeros de estudios.
El relato de Los amigos de Lolek recorre algunos lugares que hoy día vuelven a tener actualidad. Y es que desde Wadowice, dos de las familias protagonistas huyen a Leópolis, también llamada Lvov, en la actual Ucrania. Esa ciudad universitaria y monumental se presenta como el refugio ideal para escapar de la invasión de los nazis en el año 1939, hasta que los comunistas rusos la atacan también desde el este.
Leópolis es en esa época un símbolo de la alianza entre nazis y comunistas para conquistar Polonia y destruir su historia y sus valores. El periplo de dos de los jóvenes amigos de Wojtyla les llevará desde allí hasta Italia, pasando por el norte de África. Uno de ellos, Jerzy, se incorpora al batallón polaco que lucha junto a los aliados para liberar Italia. Bajo el mando del coronel Anders, son ellos quienes tuvieron el protagonismo, con miles de bajas de compatriotas, en la toma de la Abadía de Montecassino, que bloqueaba el acceso hacia la capital de Italia en el año 1944.
La primera visita a una sinagoga
Los amigos judíos de Juan Pablo II son testigos del gesto histórico de la visita a la sinagoga judía de Roma, en 1986. Era la primera vez que un Papa visita oficialmente un templo de esta religión. El abrazo al rabino jefe, Elio Toaff, en las puertas de ese lugar de culto fue algo extraordinario. Pero no es el único gesto con la comunidad judía, ya que también fue el primer Papa a recordar públicamente la Shoah en el Vaticano, en el año 1994, así como a reconocer el Estado de Israel, un año antes.
El periodista Svidercoschi cuenta que cuando tenía preparado su libro sobre la carta que remitió a Kruger, él había escrito que cristianos y hebreos deben «reabrazarse». Cuando Juan Pablo II leyó las pruebas de esa obra sugirió cambiar el término y escribir que ambos deben «reencontrarse», tal y como finalmente se estampó. Una palabra que define el espíritu de un pontífice que siempre mantuvo un gran respeto hacia la religión judía y todos los amigos que la profesaban.
Años después, los tres amigos judíos y el católico se reencontrarían en un viaje del Papa Juan Pablo II a Jerusalén. Era el Jubileo del año 2000 y vivieron una jornada histórica de encuentro en el mausoleo de Yad Vashem y en el Muro de las Lamentaciones, donde el Pontífice dejó un escrito con una petición de perdón al pueblo judío. Un paso más dentro de un proceso de acercamiento y reconciliación que se ha consolidado en entre los creyentes de una y otra religión.