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Anna Maria Tarantola es presidenta de la Fundación Pontificia Centesimus Annus

Anna Maria Tarantola es presidenta de la Fundación Pontificia Centesimus Annus

Presidenta de la Centesimus Annus: «Poner a la persona en el centro mejora los resultados de la empresa»

Linkem o La Fageda son claros ejemplos de que el papel social de las empresas es cada vez más importante

Anna Maria Tarantola es presidenta de la Fundación Pontificia Centesimus Annus, una entidad que promueve la aplicación de la Doctrina Social de la Iglesia. Ha sido vicepresidenta de la Banca de Italia y presidenta de la Radio Televisión Italiana (RAI) y está convencida de que «cuando las empresas ponen a la persona, al hombre y la mujer, en el centro de sus objetivos, los resultados mejoran».

Tarantola ha intervenido esta semana en un encuentro sobre Negocios sin dejar a nadie atrás, en el que ha puesto sobre la mesa los beneficios de quienes ponen «el capital humano», los hombres y mujeres que trabajan en un proyecto, por encima del beneficio capitalista. Se trata de conseguir que las empresas sean «fuente de desarrollo colectivo», al buscar un beneficio para los accionistas, pero también para los empleados y clientes.

Dar empleo a ex reclusos

Se trata de un mensaje que tiene continuidad en la doctrina de los pontífices. Y es algo que la presidenta de la Fundación Centesimus Annus ha puesto de manifiesto recordando lo que escribía san Juan Pablo II sobre la economía de mercado. Consideraba el Pontífice que no era compatible con la doctrina de la Iglesia un capitalismo «en el que la libertad económica no se encuadra en un sólido contexto jurídico que la ponga al servicio de la libertad humana integral».

Uno de los ejemplos claros del compromiso social de la empresa lo ha presentado en Roma Davide Rota, el CEO de Linkem, una empresa tecnológica que emplea a decenas de personas en prisiones italianas. Rota asegura que «cuando una empresa o un grupo de personas tienen los principios claros, tomar las decisiones no es difícil» y sabe que la mayoría de quienes están en prisión son recuperables. Pese a ello, cuando al principio de la pandemia empezaron a emplear a jóvenes encarcelados para reparar módems, no esperaba que todo funcionara tan bien. A día de hoy, su modelo se desarrolla con éxito en varias cárceles italianas y algunos ex reclusos ya forman parte de su compañía.

El encuentro de emprendedores `Negocios sin dejar a nadie atrás´

El encuentro de emprendedores `Negocios sin dejar a nadie atrás´

Sin `know how´ y sin `business plan´

Otro caso de éxito que se ha presentado es el de La Fageda, una empresa de Cataluña que comenzó para dar trabajo a jóvenes con alguna discapacidad. El fundador de la compañía empezó a pensar en el proyecto durante su trabajo en un psiquiátrico y se planteó integrar a muchos jóvenes creando una auténtica empresa, en la que pudieran «recuperar la autoestima y sentirse útiles».

El director de Relaciones Internacionales de La Fageda, Albert Riera, confiesa que «esta empresa empezó al revés de como debe empezar una compañía. Primero estaban las personas y, a partir de ahí, se pensó en qué podían hacer juntos, sin know how, sin business plan, ni nada parecido». Eso sí, partieron con tres ideas muy claras, que se resumen en «no contar con mano de obra barata, tener contacto con la naturaleza y no ser una mera empresa mercantil, sino social, sin ánimo de lucro». El resultado es que hoy día, el yogurt de esta empresa es el más vendido en Cataluña.

Dentro de esta jornada sobre Negocios sin dejar a nadie atrás también intervino el responsable de Instituciones Religiosas de CaixaBank, David Alonso de Linaje, quien recordó como el 30 % del banco es propiedad de la Fundación. Este hecho se materializa en que «en los últimos años hemos aportado a la sociedad más de 5.000 millones de euros en distintos programas».

Más de 2.400 toneladas de alimentos

Como ejemplo concreto de esta atención social, Alonso de Linaje mencionó el programa Ningún hogar sin alimentos, al que «entre 2020 y 2021 se han canalizado casi seis millones de euros, de los cuales dos millones los aportó nuestra propia Fundación». Un soporte económico que se ha traducido en más de 2.400 toneladas de alimentos para dar de comer a 8.935 familias durante los doce meses del año. «La red de CaixaBank ha permitido –asegura Alonso de Linaje– canalizar que quienes no han sufrido especiales problemas durante la pandemia pudieran ayudar a otras familias».

El encuentro sobre Negocios sin dejar a nadie atrás se ha celebrado en la sede de la Orden del Santo Sepulcro en Roma, organizado por la agencia Rome Reports y con el patrocinio de la revista Omnes y de Caixabank. El gobernador del Santo Sepulcro, Leonardo Visconti di Modrone agradeció el papel de «las empresas que han conseguido mitigar las consecuencias de la crisis para los más vulnerables».

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