Los católicos de Kosovo salen de las catacumbas: musulmanes de día, cristianos de noche
En los últimos años, muchos «laramans» –el término albanés que se usa para estos católicos escondidos y que significa «multicolor», «polifacético»– se han declarado abiertamente católicos
En una iglesia austera que domina un gran valle, Ismet Sopi, un albanokosovar, cuenta la historia de cómo decidió testimoniar su fe católica, que su familia mantuvo en secreto durante siglos durante el dominio otomano de los Balcanes.
Sopi salió de la sombra en 2008, el año en que Kosovo, la antigua provincia de Serbia, declaró su independencia, una década después de una guerra mortífera entre rebeldes albaneses y fuerzas serbias.
«Estamos muy contentos, como si hubiéramos saldado una deuda con nuestros antepasados, que no tuvieron la oportunidad que tuvimos nosotros de determinar libremente nuestra fe», ha relatado a AFP.
Cuenta que se bautizó en diciembre de 2008 junto a muchos miembros de su familia, 36 personas en total. «Hasta entonces, vivíamos como criptocatólicos (...) éramos musulmanes de día y cristianos de noche», asegura.
La iglesia de San Abraham, construida en un terreno donado por las autoridades locales con financiación de la comunidad, en su mayoría de la diáspora, se inauguró en 2016 en el pueblo de Llapushnik, en el centro de Kosovo.
Domina el valle de Drenica, una región donde las numerosas tumbas de guerrilleros independentistas dan testimonio de la ferocidad de los combates de la década de 1990 contra las fuerzas serbias, enviadas entonces por Belgrado.
El conflicto dejó 13.000 muertos, la gran mayoría albanokosovares, y solo terminó con un bombardeo de la OTAN.
En los últimos años, muchos «laramans» –el término albanés que se usa para estos católicos escondidos y que significa «multicolor», «polifacético»– se han declarado abiertamente católicos.
Aunque es imposible conocer las cifras exactas, Shan Zefi, vicario general de la diócesis de Prizren-Pristina, estima que los católicos representan entre el 2 y el 3 % de los 1,8 millones de kosovares, el 90 % de los cuales son musulmanes que practican un islam liberal.
Tras su conquista de los Balcanes en el siglo XIV, los otomanos impusieron el islam a la población durante 500 años.
Conversiones
Muchos de los cristianos que no huyeron se convirtieron para escapar de la presión, afirma Shan Zefi, de 63 años, un erudito que ha escrito libros sobre los «laramans», que tenían que pagar impuestos especialmente altos pero que si se convertían tenían beneficios sociales. Muchos monasterios e iglesias fueron convertidos en mezquitas.
Algunos conversos cambiaron sus nombres y participaron en celebraciones islámicas como el Aid al Fitr, que marca el final del ramadán.
Pero algunas familias permanecieron secretamente fieles a la religión católica, de generación en generación, y rezaban en la intimidad de sus hogares.
En la catedral de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro de la ciudad de Prizren, cuna histórica del catolicismo kosovar, Shan Zefi cree que el movimiento es irreversible.
«Creo que los albaneses se atreverán a salir de las catacumbas, a decir que son libres de pertenecer a tal o cual fe», asegura. Para él, la población albanesa es próxima al Occidente cristiano.
«Kosovo puede servir de ejemplo porque sus ciudadanos demuestran que la coexistencia pacífica entre dos religiones es posible en el mundo actual», apunta el analista Lekë Musolli, director de Radio Alba.
El organismo que representa a los musulmanes de Kosovo (BIK) dice aceptar este fenómeno y compara la situación con la de otros países islámicos conservadores, donde la apostasía está castigada, incluso con la pena de muerte. «La fe y la religión no deben politizarse ni dividir», apuntan desde BIK.