Hubo que forzar las cerraduras
Sancta Sanctorum: el tesoro secreto recuperado en 1903 tras 400 años de misterio
Sus pesados cerrojos se cerraron por última vez en 1513. Hubo que esperar hasta el siglo XX para volver a contemplar los valiosísimos objetos que escondía
Es muy probable que, cuando León X mandó en 1513 hacer un inventario del tesoro contenido en la capilla del Sancta Sanctorum, no se imaginase que nadie más volvería a ver su contenido hasta casi 400 años después. Pero así fue, y hubo que esperar hasta 1902 para que León XIII autorizase al jesuita e investigador francés Florian Jubaru a acceder al altar del Sancta Sanctorum que contenía en su interior la sólida caja de ciprés del siglo IX donde estaban guardadas numerosas reliquias.
La capilla se encuentra en la iglesia de San Lorenzo in Palatio ad Sancta Sanctorum, en la ciudad de Roma, donde Jubaru impartía clases en el Colegio Leoniano in Anagni. Lo que llevó al estudioso jesuita a solicitar el permiso del Pontífice fue, precisamente, un asunto académico: estaba llevando a cabo una investigación sobre la figura de Santa Inés, y existía una antigua controversia de si había sido martirizada de niña o de adulta. Una de las reliquias que supuestamente se encontraba en el interior del baúl de madera de ciprés del Sancta Sanctorum era, precisamente, la cabeza de la santa, lo que ayudaría a resolver el debate.
No había llaves
El Pontífice autorizó la apertura del altar que contenía la caja, pero se encontraron con un primer problema: no había ni rastro de las llaves que abrían los cerrojos macizos que protegían el baúl. Los padres pasionistas –que eran los encargados de custodiar el Sancta Sanctorum– habían perdido su rastro hacía décadas, quizás siglos. Empezó entonces la búsqueda de un herrero que fuera capaz de forzar las formidables cerraduras, y no lo hallaron hasta un año más tarde. Por fin, en abril de 1903, casi 400 años más tarde, las reliquias que contenía la caja volvieron a ver la luz.
Pocas semanas después fallecía León XIII, por lo que la catalogación e investigación de los objetos sagrados sufrió un retraso. Fue en 1905 cuando el nuevo Papa, Pío X, volvió a autorizar a otro jesuita, esta vez alemán, Hartmann Grisar, a que estudiase, fotografiase y publicase los resultados de su investigación, algo que hizo en la revista de la congregación, La Civiltà Cattolica.
¿Qué contenía el baúl que había permanecido intacto durante cuatro siglos en el Sancta Sanctorum? El objeto más importante de todos, aseguran los expertos, era la imagen del Salvador, llamada Jesús el Redentor o Santissimi Salvatore Acheiropoieton, un icono realizado sobre madera que la tradición estimaba como obra acheropita o no pintada por manos humanas. Estudios posteriores lo dataron en Roma entre los siglos V y VI, aunque una pía creencia medieval aseguraba que fue pintado por San Lucas ayudado por un ángel.
Además del icono –que hoy preside la capilla–, el baúl contenía cruces de materiales preciosos, relicarios de plata, marfil, cedro y cristal de roca, además de fardos con trozos de telas. Muchos de ellos respondían a tradiciones más o menos folclóricas, como como restos de el Arca de la Alianza, las Tablas de la Ley de Moisés o la mandíbula de San Bartolomé.
El cajón también cobijaba dos prendas identificadas como las túnicas de San Pedro y San Juan. Las vestimentas han vuelto a la actualidad porque fueron presentadas ayer jueves en los Museos Vaticanos, después de haber pasado por un intenso proceso de restauración, y se van a exponer «durante un breve periodo» dentro del recorrido de la exposición permanente, concretamente en una de las salidas de la Capilla Sixtina. Sin duda, una ocasión única para conocer algunos de los tesoros únicos que permanecieron ocultos durante casi 400 años.