La ACdP exige «disculpas oficiales» por «la clara ofensa a la fe» en la inauguración de los Juegos
Tilda de «acto blasfemo» la recreación de la Última Cena en la ceremonia, que supuso «un acto gratuito de agresión a la fe que profesan los cristianos»
La Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) ha publicado un comunicado en el que «lamenta profundamente» que «un acto que a lo largo de los años ha servido para mostrar un ambiente de unidad, paz y sana competitividad, haya sido utilizado para realizar una clara ofensa, deliberada, a la fe de miles de millones de cristianos en todo el mundo». El comunicado señala así al acto de inauguración de los Juegos Olímpicos de París del pasado viernes, en el que se vieron numerosos actos que trataban de manera ignominiosa a la fe cristiana.
El comunicado de la ACdP no da credibilidad a las justificaciones que manifestó tras la ceremonia la propia directora de comunicación de los Juegos Olímpicos, Anne Descamps, ya que «más allá de la afirmación de no haber querido faltar al respeto a nadie, lo cierto es que un acto así no ha podido tener otra intención, y no cabe ninguna duda en su interpretación». «El Consejo Nacional de la Asociación Católica de Propagandistas, y con él toda la Asociación, entendiendo que tal mascarada constituye un acto blasfemo, quiere exigir disculpas oficiales por lo que es un acto gratuito de agresión a la fe que profesan todos los cristianos del mundo, y al sentido común de los millones de personas que no comparten la ofensa al sentimiento religioso», sentencia el escrito.
Escarnio de la fe
La ACdP engloba esta ofensa en la estrategia de la «supuesta laicidad» que «primero restringe lo religioso a la esfera privada, después crea un ámbito público hostil al hecho religioso, haciendo escarnio de la fe, y termina en un confesionalismo que, a pesar de las proclamas de neutralidad, acaba imponiendo determinadas opciones ideológicas como las únicas que pueden manifestarse en público».
La asociación hace una extrapolación a la situación de España, «por la intención de hacer desaparecer del Código Penal de nuestro país el delito de ofensas al sentimiento religioso». «Es evidente cómo esa supuesta 'libertad de expresión', en palabras del ministro Urtasun, puede constituir una gravísima ofensa contra la fe y las convicciones más profundas de todos los creyentes», constata. «No se puede hablar de libertad y tolerancia dando muestras de sectarismo, desprecio y agresión», concluye.