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Comparación de uno de los momentos de la ceremonia de apertura de los Juegos de París con la Última Cena

Comparación de uno de los momentos de la ceremonia de apertura de los Juegos de París con la Última Cena

Olimpiadas París 2024

La burda maniobra para justificar la ceremonia de inauguración de los Juegos que no convence a nadie

Más de 100.000 personas en apenas 24 horas firman para que se sancione a los creadores de la representación blasfema de La Última Cena

Todo el mundo se equivocó. A pesar de que medio planeta identificó la performance de drag queens de la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de París con La Última Cena de Leonardo da Vinci, la comparación iba por otro lado. Al menos, eso pretendió –sin mucho éxito, vistos los resultados– el dramaturgo Thomas Jolly, paridor de la «cosa». Su inspiración, dicen ahora, fue otra obra pictórica mucho menos conocida que la del genial artista renacentista italiano: El Festín de los Dioses (Le Festin des Dieux), obra de Jan Hermansz van Bijlert pintada hacia 1635 y que se expone en el museo Magnin de Avignon.

Traten de encontrar algún parecido entre la escena blasfema de París y 'Le Festin des Dieux', obra de Jan Hermansz van Bijlert,

Traten de encontrar algún parecido entre la escena blasfema de París y 'Le Festin des Dieux', de Jan HermanszMuseo Magnin

«Nunca encontrarán por mi parte ningún deseo de burlarme, de denigrar nada», ha asegurado Jolly. «Quise hacer una ceremonia que reparara, que reconciliara», ha añadido. En vista del escaso éxito cosechado por el artista en su deseo de reparar y reconciliar, la propia directora de comunicación de los Juegos Olímpicos de París, Anne Descamps, ha tenido que salir al paso para insistir en que «nunca hubo ninguna intención de faltarle al respeto a ningún grupo religioso en absoluto». Descamps no reconoció en ningún momento la posibilidad de que el espectáculo fuese blasfemo y, por tanto ofensivo: «Intentó celebrar la tolerancia comunitaria, y creemos que consiguió este objetivo». Pese a ello, «si la gente se ha sentido ofendida, por supuesto que lo lamentamos mucho», admitió.

Las tibias disculpas no han impedido que las críticas al espectáculo se disipen; más bien al contrario. Más de 100.000 personas han firmado hasta el momento, en apenas 24 horas, una campaña de Abogados Cristianos solicitando que «se sancione a los organizadores de la ceremonia Olímpica por mofarse de los cristianos». A juicio de sus promotores, «los laicistas franceses hicieron gala –ahora sin tapujos– del odio que profesan hacia la religión cristiana». Peticiones Católicas, otra web que organiza campañas de este tipo, ha lanzado la suya propia.

Blasfemo y lamentable

Numerosos obispos de todo el mundo han denunciado a lo largo del fin de semana la representación de la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos. Monseñor José Ignacio Munilla, obispo de Orihuela-Alicante, ha sido de los más contundentes: «Nuestra cultura está dando sus últimos coletazos en medio de la decadencia woke», al tiempo que «el islamismo fundamentalista se frota las manos viendo cómo nosotros mismos nos 'suicidamos' espiritual y físicamente», ha escrito en su cuenta de la red social X.

El arzobispo de Santiago de Chile, monseñor Fernando Chomali, lamentó en el mismo medio «la parodia grotesca de lo más sagrado que tenemos los católicos, la eucaristía». «La intolerancia de los ‘tolerantes’ no tiene límite. Así no se construye una sociedad fraterna. Fuimos testigos del nihilismo en su máxima expresión», añadió.

Casi todos los obispos coincidieron al calificar de «blasfema» y «lamentable» la ceremonia. Fue el caso, por ejemplo, de monseñor Santiago Olivera, obispo castrense de Argentina: «Lamentable espectáculo ayer en Paris. Blasfemo y repudiable. Aunque Jesús nos lo advirtió, no hay derecho a ofender sentimientos tan hondos de nuestra fe católica», escribió en X.

Más gráfico se mostró el obispo de Brownsville (Texas), monseñor Daniel Flores: «Mi vocabulario no es lo suficientemente amplio como para encontrar una palabra que defina lo que siento en la boca del estómago».

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