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A Manuel le comenzaron a rondar las dudas existenciales cuando estudiaba Filosofía

En Colmenar Viejo

Manuel, del Partido Comunista a bautizarse con 24 años: «Mis amigos han flipado»

Este joven madrileño fue bautizado el sábado por el cardenal José Cobo junto a otros seis adultos

El día en que Manuel, «24 años para 25», se presentó por primera vez en la catequesis, estaba «asustadísimo: pensaba que me iba a encontrar a gente que me juzgaría». Él, que venía de un entorno no creyente, recibió el bautismo el pasado sábado en la parroquia de la Asunción de Nuestra Señora de Colmenar Viejo (Madrid), durante una celebración presidida por el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid.

Todo empezó en las aulas de Filosofía, carrera que ha estudiado y en la que surge de manera inevitable la cuestión de Dios. «Cualquier estudiante tiene que transitar por ella», subraya. Esos primeros años, Manuel se empeñó «en demostrar que no existía». Lo discutía mucho, en concreto con unas amigas salesianas, y tanto ir y venir, tanto leer a filósofos de aquí y de allá, que le empezaron a surgir las dudas.

«Lo llevé individualmente», sin saber muy bien dónde buscar respuestas, hasta que al final, de tanto preguntar a unos y otros, un amigo suyo de Colmenar Viejo, donde vive, le dijo: «Mira, estoy cansado; si quieres te acompaño a la parroquia». Y así es como se presentó en la Asunción de Nuestra Señora y en aquel primer día de catequesis.

«No tenía ni idea»

«Primero se convirtió la razón y luego el corazón», asegura, hablando de su camino de fe. Porque «al final me di cuenta de que no tenía ni idea» de nada. Le ha ayudado este sentirse necesitado, y también la paciencia que toda la gente que se ha ido encontrando en la Iglesia ha tenido con él. Y eso que «yo he pasado del Partido Comunista —literal— a la Iglesia católica».

Ahora, a Manuel no le da miedo rezar el avemaría, que acaba de aprender, aunque él a quien admira más profundamente es a Jesús. «Su entrega absoluta, con el camino tan difícil; me sigue estremeciendo mucho Cristo en la cruz». Y de ahí, «llegas inevitablemente a María». «Mis amigos han flipado», reconoce. Manuel ha descubierto, y eso es lo que trata de transmitir, que «cuando uno simplemente tiene valores que se ha construido él mismo, es más egoísta y no alcanza algo tan grande».

Al vivir la fe, «te das cuenta de que todo lo que tienes a tu alrededor es un regalo y de que estás en Sus manos, y que todo te lleva a la grandeza, y que aunque haya cosas que no estén bien, no estás solo». «Pasas por las dudas de forma distinta; solo, todo son tinieblas, y cuando no estás solo, sigues caminando», reflexiona.

Los jóvenes quieren ser cristianos

En este año jubilar, el bautismo de Manuel es signo de esperanza. Algo que a él le viene al pelo justo ahora que está opositando a Justicia (hizo Derecho también). Para el joven, «la esperanza implica cierto salto de fe, que te da serenidad y tranquilidad al alma, vivida en comunidad». Manuel, que llega a la Iglesia de muy lejos, sabe que «en el fondo, si uno se sienta a hablar con un joven despistado, ve que está deseando ser cristiano». El problema, muchas veces, es el lenguaje. Mejor decirle «hay algo grande que puedes vivir» a hablarle con terminología cristiana; «hacer que se fijen más en el mensaje y no en la forma».

El sábado, en la parroquia, Manuel estuvo acompañado de sus padres, y su madre «estaba orgullosa». A su padre le ha costado más dar el paso, pero «dijo que estaría allí por mí». «Quién sabe», deja Manuel abierta la puerta, «poco a poco todo va calando; el sacramento en sí ya es evangelización», señala este nuevo cristiano.

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