
Una mujer sostiene un rosario
¿Qué es el Rosario de los Siete Dolores?
Típica de Cuaresma y de Semana Santa, esta antigua oración mariana medita los momentos de sufrimiento de la Virgen junto a su Hijo, y está asociada a gracias especiales para quienes lo recen
Entre las múltiples formas de rezar el Rosario, existe una especialmente enfocada a la unión con el sufrimiento de la Virgen María, que la Iglesia acompaña durante la Cuaresma y en los días propios de Semana Santa.
Se trata del Rosario de los Siete Dolores, una devoción promovida por la orden de los Siervos de María —conocidos popularmente como «los servitas»— desde su origen en el siglo XIII, y que a lo largo de los siglos ha vivido diferentes momentos de impulso gracias a ciertas apariciones marianas y a revelaciones privadas aprobadas por la Iglesia.
Diferente al Rosario tradicional
Esta oración añade dos misterios a los cinco habituales que se rezan en el Rosario. Es así para que permita meditar los siete dolores principales que la Virgen María vivió durante la vida, Pasión y Muerte de su Hijo, Jesucristo, tal y como quedan recogidos en los Evangelios.
De ahí que sea una forma de piedad especialmente indicada para los dos tiempos litúrgicos en que esos dolores se celebran y conmemoran con especial viveza: la Cuaresma y los días del Triduo Pascual.Otra diferencia respecto al rezo tradicional del Rosario es que en cada uno de estos «misterios» se reza un Padrenuestro y sólo siete Avemarías, en lugar de diez. Sí se concluye con el Gloria y las jaculatorias habituales, como en el Rosario normal.
Cuáles son los Siete Dolores de la Virgen
Los siete dolores que se meditan en este Rosario pueden rastrearse en los diferentes textos evangélicos:
1. La profecía de Simeón (Lucas 2, 25-35)
2. La huida a Egipto (Mateo 2, 13-15)
3. El Niño Jesús perdido en el Templo (Lucas 2,41-50)
4. El encuentro con Jesús en su camino al Calvario (Lucas 23, 27-31)
5. La crucifixión y muerte de Jesús (Juan 19, 25-30)
6. El descendimiento de Jesús de la Cruz (Juan 19, 31-37)
7. La sepultura de Jesús (Lucas 23, 50-56)
Antes de comenzar, puede hacerse la señal de la cruz y rezar el acto de contrición, y al finalizar, se rezan las Letanías. Por último, se rezan tres Avemarías en honor de las lágrimas de la Virgen y por las intenciones del Santo Padre.
Enriquecido con indulgencias
El Catecismo de la Iglesia Católica, en su número 964, recuerda que «la unión de la Madre con el Hijo en la obra de la salvación se manifiesta desde el momento de la concepción virginal de Cristo hasta su muerte».
Por eso, este Rosario permite al fiel participar espiritualmente en ese dolor redentor, y de ahí que el Papa Pío VII lo enriqueciese con indulgencias, y lo recomendase como medio para crecer en el amor a Cristo y a su Madre.
Promesas de la Virgen
La Virgen María, según testimonios recogidos por diversos santos en sus revelaciones privadas, también habría prometido gracias especiales a quienes meditaran sus dolores con fe y amor. Estas revelaciones, aprobadas por la Iglesia, pero no obligatorias para los fieles, insisten en la conversión de los pecadores y en otros bienes espirituales.
En concreto, a través de revelaciones privadas expuestas por santa Brígida de Suecia y san Alfonso María de Ligorio, tanto la Virgen María como Jesús habrían prometido gracias especiales a quienes lo rezasen con devoción. Entre ellas:
• La paz en las familias.
• La fortaleza en las pruebas.
• El crecimiento en la compasión.
• La asistencia en la hora de la muerte.
En suma, se trata de una piadosa oración que permite, usando palabras del Papa Francisco, mantener «la mirada fija en Jesús, en su Cruz, y en María, nuestra Madre, porque así, incluso en las dificultades, encontraremos la fuerza para seguir adelante».