Entrevista | Centenario de Luigi Giussani
Andrea Dauria: « Giussani llevó el cristianismo a la sociedad, ahí donde se producen los debates culturales»
«Don Giussani ha sabido documentar y demostrar cómo Jesús corresponde a esta sed de felicidad», declara el Director del Centro Internacional de Comunión y Liberación en la víspera del centenario del nacimiento de Luigi Giussani
Este sábado se esperan unas 50.000 personas en la Plaza de San Pedro. Celebran los cien años del nacimiento de don Luigi Giussani, fundador de Comunión y Liberación. Andrea Dauria es desde hace unas semanas el nuevo director del Centro Internacional de este movimiento y asegura a El Debate que una de sus grandes aportaciones fue «presentar la Fe de forma atractiva» y afrontar directamente el debate con la modernidad.
–¿Cuál es la herencia de don Giussani para el mundo de hoy?
–Don Giussani ha sabido proponer el cristianismo como un hecho adecuado y correspondiente al corazón del hombre. Nuestra humanidad está hecha de necesidades, esperas, deseos de felicidad… Y don Giussani ha sabido documentar y demostrar cómo Jesús corresponde a esta sed de felicidad. Recuerdo que don Giussani decía que había hecho una especie de voto, el de que cada vez que se encontraba con jóvenes les repetía esta frase del Evangelio: «Quien me sigue, tendrá el ciento por uno y la vida eterna». Siguiendo a Jesús tenemos una vida cien veces más plena, más intensa, más realizada y digna de ser vivida.
Don Giussani tuvo el coraje de dialogar con la modernidad
–¿Usted conoció personalmente a don Giussani?
–He tenido la fortuna de conocerlo en 1980. Estudiaba en el Liceo Científico. Tenía apenas 16 años y él daba clases en la Universidad. Pero de vez en cuando se dejaba ver a los estudiantes de Liceo. Años después, me matriculé en la Universidad Católica de Milán, donde tuve la fortuna de asistir a dos cursos de Introducción a la Teología.
–¿Qué es lo que más le llamaba la atención?
–Sobre todo, que tuvo el coraje de dialogar con la modernidad. No tenía miedo de relacionarse con el pensamiento moderno. Y al mismo tiempo puedo decir que ha querido enseñar a la modernidad a no tener miedo de la Iglesia. Ha logrado reducir las distancias entre ambos mundos. Ha enseñado a la Iglesia a no temer la modernidad y a la modernidad a no temer a la Iglesia.
Otro aspecto que me impresionaba de don Giussani era su capacidad de razonar sobre cualquier acontecimiento. Con frecuencia se presentaba en clase y dedicaba los diez primeros minutos a comentar un hecho de actualidad. Podía ser un artículo de un periódico, una ley que iba a ser aprobada en el Parlamento o cualquier comentario que aparecía en los medios. Para él, la Fe era un punto unitario para juzgar cualquier realidad. Y también la aproximación racional a la Fe. Continuamente tenía esta preocupación apologética de demostrar que la Fe no está en contradicción con la Razón, sino que la cumple, la realiza plenamente.
El carisma es un modo de decir, de forma persuasiva, lo que la Iglesia anuncia, predica y ofrece a todos
La verdad es que Don Giussani ha llevado a Jesucristo al centro de la vida de muchas personas y familias. Un anuncio que en el pasado se veía gris o poco persuasivo, don Giussani ha sabido presentarlo de nuevo de forma atractiva. Él decía que no quería fundar nada. Su enseñanza y legado ha sido un método para redescubrir el hecho cristiano.
–Este sábado se esperan unas 50.000 personas en la Plaza de San Pedro. ¿Qué es lo que les une?
–Sobre todo la fe en Jesucristo. A partir de ahí, con el carisma de don Giussani, para nosotros el Movimiento es un modo atractivo e interesante de sentir lo que la Iglesia anuncia a todos, con la vida sacramental y el anuncio de la Palabra. Es lo que dice el Papa Francisco en uno de sus documentos, que el carisma es un modo de decir, de forma persuasiva, lo que la Iglesia anuncia, predica y ofrece a todos.
La Causa de los Santos debe aún revisar todo lo que ha escrito y dicho Don Giussani para asegurarse de su recta doctrina. Pero, de momento, va todo bien
–¿Hasta qué punto, al menos en Italia, la Iglesia tenía abandonadas las aulas universitarias en el siglo XX?
–Tanto como abandonadas no lo diría. Sí que es cierto que, como dijo una vez San Juan Pablo II, don Giussani ha sacado el cristianismo de las sacristías, lo ha llevado al mundo, a la sociedad donde se producen los debates culturales, a los centros de trabajo, la universidad… Juan Pablo II añadía que don Giussani ha sabido liberar a los católicos italianos de un complejo de inferioridad. Es cierto que ha dado un nuevo impulso, un nuevo protagonismo a la presencia de los católicos en Italia.
–¿Permanece en los ámbitos culturales esa presencia de la Iglesia que impulsó don Giussani?
–Creo que sí se mantiene, de forma distinta a la de otras épocas, pero la presencia de los católicos en la vida pública se ha mantenido. El impulso que en su día dio don Giussani está presente hoy.
–En 2012 se abrió el proceso de Beatificación de don Giussani. ¿Hay alguna novedad?
–El proceso aún está en fase diocesana. Hay mucho trabajo porque don Giussani ha escrito muchísimo. Era un río desbordado, un volcán de ideas y enseñanzas. Pero tenemos confianza.
– ¿Dónde se ha difundido más Comunión y Liberación?
- El Movimiento se ha extendido por todo el mundo, en cinco continentes y cerca de 90 países. Cuenta con una presencia muy fuerte en América Latina, una presencia histórica, porque allí se trasladaron algunos a comienzos de los años 60. También en Europa, sobre todo en Italia y España, así como una presencia significativa en los EE.UU. Ahora, el Movimiento está llamado al desafío de una mayor inculturación, en el sentido más noble del término. Debemos saber transmitir la experiencia cristiana con el acento de don Giussani asumiendo las distintas expresiones culturales. Llevar a don Giussani a Alaska no es lo mismo que anunciarlo en Japón, por ejemplo.
– Don Giussani tuvo un interés particular por Rusia. ¿Qué presencia tienen en ese país?
–Llevamos muchos años en Novosibirsk, donde hay una casa de la Fraternidad de San Carlo. Nosotros llegamos allí aún antes de que el Papa organizase una jerarquía católica en Rusia, antes del primer obispo católico de Novosibirsk. También tenemos una presencia significativa en Moscú, donde el obispo católico, monseñor Paolo Pezzi, pertenece al Movimiento.
–Como están viviendo la guerra?
– En Moscú hay una actividad cultural muy intensa, ya que se mantiene abierta la iniciativa de la Biblioteca del Espíritu. Todo ello en unas circunstancias dramáticas, debido a la guerra, que crea una división también en la Europa cristiana. Queremos contribuir a un auténtico proceso de paz y diálogo. Sobre todo, escuchando el llamamiento del Papa Francisco a la reconciliación.
–La relación de don Giussani con el Vaticano nunca fue fácil. ¿Tampoco hoy?
–Cada movimiento, cuando nace, debe encontrar su encaje eclesial. Comunión y Liberación ha sido reconocido oficialmente por el Vaticano en 1982. Desde ese momento se ha dicho que contábamos con un camino seguro. Es cierto que en los años 50 y 60 se daba cierta incomprensión, con el reconocimiento de Juan Pablo II quedaba claro que el Movimiento tenía espacio y acogida plena en la Iglesia.
–Hace casi un año del cambio en la dirección de CL. ¿Cómo se ha vivido internamente?
–Desde el pasado noviembre contamos con un nuevo presidente, Davide Prosperi. Un profesor universitario, profesor de Bioquímica, casado y con hijos, que está realizando un gran trabajo. Siempre en la escucha y la obediencia a lo que el Santo Padre nos indica. En cualquier caso, para nosotros es una novedad, porque los dos presidentes que hemos tenido eran sacerdotes. Así que estamos recorriendo un camino nuevo.