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Mañana es domingoJesús Higueras

Dios con nosotros

En la Pascua de Navidad, ya inminente, destaca sobre todo la debilidad; la pequeñez y esa confianza que Dios tiene en el hombre, en cada uno de nosotros

Actualizada 09:50

Estamos a una semana de la Navidad. Una de las tres Pascuas del año, de esos pasos salvadores de Dios: la Pascua de Resurrección, la Pascua de Pentecostés y la Pascua, entrañable y llena de ternura, de la Navidad. De aquí esa antigua forma de felicitarnos estas fiestas: ¡Felices Pascuas!

En la Pascua de Navidad, ya inminente, destaca sobre todo la debilidad; la pequeñez y sobre todo esa fe, esa confianza que Dios tiene en el hombre, en cada uno de nosotros. Dios entra en el mundo por el «Sí» de María.

El Evangelio de este domingo nos presenta, como protagonista, a San José. Dios le habla en sueños, ¿será Él? ¿Será mi cabeza? No lo duda, es Dios mismo quien habla y actúa: se lleva a María a su casa. Se pone de manifiesto cómo, tantas veces, los planes de la Providencia son tan independientes de los míos. A veces nos pueden desconcertar. José se desconcertó ante un embarazo en el que no había tomado parte, ¿cómo ha podido suceder? Dios aparece en el mundo y genera «problemas» a las personas que más quiere.

Ante los planes de Dios el hombre tiene que responder desde su libertad. Lo fácil es responder desde una queja egocéntrica: «¿cómo me has podido hacer esto?». Sin embargo, este Evangelio nos revela dos detalles preciosos: el silencio de María, Ella no da explicaciones. María confía plenamente en Dios, Él llevará a término el plan que ha comenzado. Y en segundo lugar, la actitud elegante de José: no juzga, ni condena a María (la decide repudiar en secreto para no hacerle daño); prefiere que piensen mal de él. Actúa sin herir, para sí la peor parte, la mejor para los demás.

El Señor nos pide que asumamos nuestra historia, sin preguntar o a veces sin entender. No, «¿por qué me ha tocado a mí?» sino «ya que me ha tocado a mí» vivirlo desde Dios y con Él. El Evangelio –Buena Noticia– es siempre una llamada a no perder nunca la confianza, a no cuestionarse continuamente el hacer de Dios, el estar de Dios. Aprender a vivir en lo pequeño, lo sencillo, el contacto continuo con el amor de Dios. Acoger a Jesús con todas las consecuencias, sin condiciones, sin quejas. Hacerlo desde la máxima sencillez. María y José nos enseñan a confiar, a saber que Dios está siempre ahí, que es el verdadero Autor de todo. «Hágase en mí según tu palabra» actitud de la criatura frente a su Creador.

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