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Paloma Pía Gasset, con uno de los primeros ejemplares de su libro

La escritora y productora de cine Paloma Pía Gasset

Paloma Pía Gasset, autora de 'Gaudí. El misterio'

«Gaudí se apareció a un amigo al día siguiente de fallecer»

La escritora considera que es «muy probable que veamos pronto en los altares» al genial arquitecto catalán

Tras leer la última obra de Paloma Pía Gasset, Gaudí. El misterio, el escritor Javier Sierra, premio Planeta de 2017, reseñó que «todo lo que creía saber de Gaudí se ha quedado muy corto ante las revelaciones contenidas en este libro».

–Adelántenos algo: ¿Qué es lo que más nos va a sorprender al adentrarnos en sus páginas?

–Hay tantos aspectos desconocidos… Desde los intentos de profanación de la tumba de Gaudí durante la Guerra Civil, sus amores frustrados y el ayuno de cuarenta días y cuarenta noches que casi acabó con su vida, hasta la curación milagrosa por su intercesión del niño holandés Rock Dammer en 2022, los cuatro taxistas que le denegaron el derecho de auxilio cuando le atropelló un tranvía en Barcelona… ¡o la aparición a su amigo y arquitecto Lorenzo Matamala un día después de su muerte!

–¿Una aparición?

–Sí. La refiere Juan Matamala en su libro Antonio Gaudí. Mi itinerario con el arquitecto. Su padre, Lorenzo Matamala, se encontraba muy enfermo en cama y solía recibir la visita de Gaudí. Al día siguiente del accidente mortal sufrido por su amigo, nadie le quiso informar, dado el grave estado en el que se encontraba. «¡Qué raro que no haya venido a verme don Antoni!», repetía Lorenzo Matamala. Fue entonces cuando su esposa y su hija Teresa le oyeron exclamar de repente: «¡Mira! ¡Don Antoni! ¿No quiere entrar?». El enfermo detuvo la mirada en la puerta del dormitorio y, acto seguido, murmuró para sí mismo: «¡Estoy contento de que haya venido! ¡Cuánta luz había!».

Antonio Gaudí en su juventud

Antonio Gaudí en su juventud

–Ramón Sugranyes de Franch, que conoció al arquitecto, relata la anécdota de que un día, mientras esperaba al tranvía, se le acercó una persona y le dio diez céntimos, a lo que Gaudí respondió: «Dios se lo pague». ¿Su pobreza era una «rareza» propia de un genio, o se trataba de algo más profundo?

–Gaudí era el paradigma de la humildad y la pobreza. Podría haber vivido rodeado de riquezas materiales, pero eligió las espirituales. Permaneció en su estudio de anacoreta en la Sagrada Familia durante los últimos ocho meses de su vida, donde se había instalado una modesta cama de hierro sin somier y un solo jergón de paja, una dura almohada también de paja y, en el crudo invierno, un cubrecama blanco de lo más sencillo. Del cabecero del camastro colgaba una bolsita con pasas de uva para cenar. En su misma mesa de trabajo le servían las comidas… Cuando le atropelló el tranvía todo el mundo pensó que se trataba de un vagabundo por cómo iba vestido y solo al cabo de varias horas repararon en el hospital en que el paciente era nada menos que el arquitecto universal de la Sagrada Familia.

–En su juventud, Gaudí no era religioso, y se mofaba incluso de los creyentes, llamándoles «llanuts» («borregos»). ¿Qué fue lo que le hizo cambiar?

–La Providencia puso en su vida a tres personas excepcionales: Joan Bautista Grau, oriundo de Reus y obispo de Astorga; Pedro Campins, obispo de Mallorca y, especialmente, Josep Torras y Bages, obispo de Vic, a quien Gaudí admiraba mucho. Los tres prelados le ayudaron a profundizar en su fe y vida cristianas.

Paloma Pía Gasset, con uno de los primeros ejemplares de su libro

Paloma Pía Gasset, con uno de los ejemplares recién impresos de su libro

–Gaudí llegó a estar detenido en el calabozo por una equivocación y, para salir, consiguió también la liberación de otro preso. ¿Nos puede contar más detalles sobre esta anécdota?

–Sucedió en la fiesta de San Jordi, el 23 de abril de 1924, durante la dictadura de Primo de Rivera, cuando detuvieron al arquitecto unos policías. Gaudí se disponía a participar en la ya tradicional misa conmemorativa que desde 1899 organizaba la Liga Espiritual de la Madre de Dios de Montserrat, a la que él pertenecía desde su fundación, en la iglesia de los Santos Justo y Pastor.

Ingresado en el calabozo, le dijeron que para salir de allí debía pagar una multa. Gaudí empezó a cavilar sobre quién podría satisfacerla y decidió escribir finalmente una nota al rector de la Merced donde le solicitaba setenta y cinco pesetas: cincuenta para pagar su multa, y las veinticinco pesetas restantes para satisfacer la del preso que estaba con él. Entregó su escrito al policía y éste accedió a darle curso.

En su juventud, Gaudí se mofaba de los creyentes, a los que llamaba 'llanuts' ('borregos')Paloma Pía GassetAutora de 'Gaudí. El misterio'

Muy pronto, compareció el rector y le entregó las setenta y cinco pesetas de rigor. Poco después, salieron los dos presos junto con el rector por la puerta principal de la Delegación de Policía. Una vez en la calle, el preso le pidió llorando a Gaudí su nombre y dirección para devolverle las veinticinco pesetas en cuanto le fuera posible, pero éste le dijo, rotundo: «La caridad no se devuelve. Si un día se encuentra como yo hoy y puede hacer un acto de caridad, hágalo pensando en las veinticinco pesetas que me quería devolver».

–Algunos han querido ver en ciertos rasgos de la arquitectura de Gaudí supuestos enlaces con la masonería. ¿Qué hay de cierto en ello?

–Entre las abrumadoras pruebas que acreditan la no pertenencia de Gaudí a la masonería, figura la carta de Víctor Montero Espinoza, catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona, al arquitecto Joan Bassegoda. En ella, el catedrático le explica que no existía registro biográfico alguno en la Masonería Universal de que Gaudí fuese iniciado en la Orden de los llamados «rosacruces católicos» ni por la vía regular, ni por la liberal.

Montero adjuntaba con su misiva un folleto de la Gran Logia Simbólica Española de Madrid, titulado Breve acercamiento a la francmasonería, de 1988, con una referencia a hombres célebres de todo el mundo que fueron masones. En el apartado de España se citaba a Tomás Bretón, Santiago Ramón y Cajal, Ramón Franco Bahamonde, Luis Companys y Francesc Maciá. Y añadía el profesor que si Gaudí lo hubiese sido también, no habría duda de que aparecería en esa breve mención. Pero no era así.

El genial arquitecto catalán durante una procesión del Corpus en Barcelona

El genial arquitecto catalán durante una procesión del Corpus en Barcelona

–¿Veremos pronto a Gaudí en los altares?

–Es muy probable que así sea. Declarado ya Siervo de Dios por la Santa Sede, el siguiente paso para hacerle Venerable parece estar muy próximo. El Papa Francisco admira y profesa gran devoción a la figura de Gaudí. Su declaración de Venerable equivaldrá a que el llamado «arquitecto de Dios» vivió en grado heroico todas las virtudes, empezando por la más grande de todas: la caridad. Luego, si Dios quiere, vendrá su beatificación y finalmente la canonización, las cuales requerirán cada una de un milagro acreditado por los médicos.

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