Fundado en 1910

Los bomberos de París al entrar en la catedral en llamas, donde se aprecia la cruz «que brillaba con luz propia»

«La cruz brillaba intensamente en medio de las llamas»: la conversión de un bombero en el fuego de Notre Dame

Matthieu fue uno de los operarios que trató de sofocar el devastador incendio de la catedral parisina, sin sospechar que «otro fuego» se encendería en él

«Frente a mí se encontraba el altar y la famosa cruz (...) La cruz brilló intensamente. ¡Pero, ojo! No estaba iluminada. Era la propia cruz la que difundía la luz. ¡Solo la veíamos a ella! Entonces experimenté una gran paz, y sentí que no debía tener miedo». Quien así habla es uno de los bomberos que entró en la catedral de Notre Dame de París en la noche de aquel aciago 15 de abril de 2019. Le ha relatado su experiencia a la revista Famille Chrétienne y a Les 7 routes Notre-Dame, un portal francés dedicado a las peregrinaciones religiosas.

Ha preferido mantenerse en el anonimato, y la página web le identifica con el nombre de Matthieu. Cuando llegó con el resto de los bomberos a la explanada del templo catedralicio en llamas, se quedó muy sorprendido al ver «a un montón de gente de rodillas, orando. ¡Fue muy impresionante! Cantaban, oraban. Los vimos devastados. ¡Estaban increíblemente unidos! Fue muy hermoso», rememora el bombero.

Matthieu iba a misa cuando era un niño. «Incluso era monaguillo», recuerda. «Luego, al ver todas las abominaciones que te puedes encontrar como bombero, además del dolor de las personas, abandoné la fe. No entendía cómo Dios podía permitir tal desolación», relata Matthieu, en una historia vital que recuerda a la de tantas otras personas que se apartan de Dios al experimentar el sufrimiento. «Sí, lo dejé todo. No entendía por qué Nuestro Señor permitía eso. Dudé durante muchos, muchos años. Pero el día del incendio, por asombroso que parezca, fui rescatado, y salí de la catedral convertido», subraya. El rescate de Matthieu, por supuesto, en medio de las llamas de Notre Dame, fue espiritual.

Salvar el tesoro de la catedral

Pero regresemos a la noche del incendio. Cuando la dotación de bomberos en la que estaba Matthieu llegó a Notre Dame, «la aguja del tejado seguía en pie». «Sin embargo, cuando se derrumbó, se decidió recuperar los objetos del tesoro de la catedral, los cuales son de un valor incalculable», prosigue el bombero. «Reliquias, la corona de espinas, clavos de la crucifixión de Nuestro Señor, pero también custodias y otros objetos litúrgicos», enumera. Con todo su equipo, «seguimos al conservador hasta la sala del tesoro. El objetivo era salvar el mayor número posible de obras, con el mayor cuidado que pudiéramos», desvela.

Unos bomberos, durante la operación contra el fuego en Notre Dame

Cuando entró en el templo envuelto en llamas, «había un inmenso agujero en el techo». Fue entonces cuando pudieron ver la cruz resplandeciente. «Me quedé al menos 10 o 15 segundos atónito ante esta visión... Me sentía totalmente unido de corazón a corazón con esta cruz. Luego volví a trabajar. En ningún momento me sentí en peligro, y esto fue un detonante para mi reconciliación con Nuestro Señor», señala Matthieu. Ver a todos los fieles orando frente al templo envuelto en llamas «ya le había preparado» para lo que vendría después. «Puedo decir ahora que la presencia de Nuestro Señor estaba ahí para consolarnos. Fue una señal del cielo», señala rotundo.

¿Se trató realmente de un hecho milagroso, de una experiencia subjetiva, o de un simple reflejo de las llamas sobre la cruz dorada? Para Matthieu, curtido en numerosas operaciones contra el fuego, fue «una visión que cambió mi vida». Ciertamente, el bombero no iba predispuesto aquella noche para tener ningún tipo de «vivencia espiritual», y su destreza adquirida en labores de extinción de incendios nos hacen suponer que no es un hombre fácilmente impresionable. Esta dilatada experiencia, además, le servirá sin duda para distinguir cuándo las llamas se reflejan o cuándo no. Máxime cuando otros objetos dorados de la catedral permanecían en la penumbra mientras la cruz refulgía.

Otra perspectiva de los bomberos en el momento de acceder al templo parisino

Desde que el bombero «salió de la catedral convertido», ha vuelto a ir a misa. «¡Por supuesto que voy!», enfatiza. «Si es posible, varias veces por semana. He vuelto a rezar, veo muchas películas para ponerme al día con muchas cosas que no he aprendido durante toda esta vida sin el Señor», agrega. «También me he confirmado y me alegra acompañar a alguien al catecumenado. Pero, sobre todo, estoy mucho más atento al Señor y veo todos los signos que nos envía a través de los demás. Tengo el corazón abierto y trato de darme. Me alegra mucho dar mi tiempo a los demás. Me gusta escuchar a los demás porque veo que la gente necesita hablar, pero sobre todo necesita ser escuchada. No siempre es fácil, lo tengo que admitir, pero es realmente lo que la gente necesita en este momento», observa Matthieu.

«Cada mañana empiezo mi día con el Señor», confiesa el bombero. «No siempre es fácil, pero intento aprovechar bien este tiempo. Si lo hacéis, veréis cómo nos tranquiliza y el Señor nos irá moldeando. Así que no lo dudéis», invita Matthieu. Su conversión no ha limitado solo a él: «Mi madre está volviendo a misa, y mis seres queridos están en proceso», señala.

La cruz quedó intacta tras el incendio de más de nueve horas. Se trata de una obra realizada en madera recubierta de oro por el escultor Marc Couturier, uno de los más importantes de Francia en el siglo XIX. Se puede encontrar una explicación racional a por qué la cruz no sufrió daños especialmente graves con las llamas, y es que la temperatura que alcanzó el interior del templo catedralicio no supero los mil grados necesarios para que el oro se funda. Donde sí se produjo un cambio radical fue en el alma del bombero Matthieu. Parece que Dios puede hacer brotar, de las cenizas, nuevas conversiones.