Homenaje a Benedicto XVI
Benedicto XVI: «La Iglesia habla demasiado de sí misma y de sus estructuras»
El Instituto de Humanidades Ángel Ayala (CEU) organiza un Congreso en homenaje al papa emérito. Su biógrafo, Peter Seewald, sostiene: «Benedicto XVI está sufriendo mucho a causa de la situación actual de la Iglesia»
Este año Joseph Ratzinger ha cumplido 95 años, de los cuales algo menos de ocho los ha vivido como Papa, y nueve como papa emérito. Su figura abarca muchos aspectos: el teólogo, el intelectual, el pastor de almas, el pontífice romano, el hombre que formó con Juan Pablo II un tándem de enorme vigor, el apasionado de la liturgia… Todas estas facetas se celebran en el Congreso de dos días con motivo de su 95º cumpleaños. Se trata de unas jornadas que organiza el Instituto de Humanidades Ángel Ayala (CEU), junto con la Fundación Christiana Virtus.
La jornada inaugural contó con la bienvenida a cargo de Alfonso Bullón de Mendoza, presidente de la ACdP y de la Fundación Universitaria San Pablo CEU. Intervino monseñor Markus Graulich, subsecretario del Dicasterio Pontificio para los Textos Legislativos y presidente de la Asociación de Teología Eclesiástica. Graulich destacó que la obra de Ratzinger constituye una defensa de la verdad expresada de manera diáfana. Por su parte, Ignacio Palacios, profesor de Filosofía en el Centro de Estudios Teológicos San Ildefonso de Toledo, leyó una carta de saludo de Benedicto XVI mediante la cual mostraba su agradecimiento y bendición a los organizadores y asistentes.
El profesor Alberto Bárcena (Universidad CEU San Pablo) señaló que el papa emérito reivindicaba el protagonismo de los cristianos en la vida pública, y que, a pesar de las hostilidades ideológicas y políticas actuales, «no deben pasar desapercibidos». Ratzinger critica una tendencia actual caracterizada por la revisión de los derechos humanos que, de hecho, acaba con los derechos humanos. Se trata, en realidad, de «una manifestación egoísta de deseos, carentes de fundamento en la naturaleza humana» y que supone «una vía de destrucción de la civilización».
En concreto, la extensión del relativismo y de la ideología de género supone un ataque a la libertad religiosa y la libertad de expresión. «Si Occidente no asume que hay una guerra contra su civilización, perecerá», Bárcena cita al papa emérito, indicando una «doble guerra», en especial, la interna.
Como prefecto de la Doctrina de la Fe, revalidó la condena a la masonería, pues «aunque hoy en día la masonería no mande, su pensamiento se ha impuesto»
Bárcena ha aludido, entre varias fuentes de la obra de Benedicto XVI, a un discurso del año 2011 en el Reichstag para defender el derecho natural frente a la imposición de las mayorías, porque «las mayorías no bastan para definir lo que es justo o injusto». «Si sufrimos el derecho natural, estamos suprimiendo la ley divina», postulaba el pontífice tudesco. Por otro lado, Ratzinger en 1995 salía al paso unos comentarios del gran Maestre de la logia de Francia, que decía que se ha hallado «una medicina para el cambio social que lleve a superar la visión absoluta de la vida». De este modo, la vida no será «más que un material de trabajo». Según Ratzinger, «la libertad sin ley acaba en ley sin libertad». En 1983, como prefecto de la Doctrina de la Fe, revalidó la condena a la masonería, pues «aunque hoy en día la masonería no mande, su pensamiento se ha impuesto». A continuación, Manuel Bustos, director del Instituto CEU de Humanidades Ángel Ayala, aconsejó leer la obra de Benedicto XVI como fuente de rigor intelectual, sobre todo en estos tiempos.
Dios no es acomodaticio los tiempos y a las modas, pero siempre está abierto al hombre
El profesor Carlos Granado, editor de las obras completas de Ratzinger en español, lleva desde el año 2002 publicando al que llegaría a ser Benedicto XVI. En la actualidad y en español, la edición de este magno proyecto alcanza el tomo noveno, si bien en lengua alemana están en marcha los tomos 15 y 16. Caben destacarse ediciones similares en idiomas como el inglés, ruso, francés, polaco o italiano. Granado destaca un volumen dedicado a la liturgia, cuya base es la mirada hacia Dios. «La liturgia debe basarse en mirar a Dios, poner a Dios en el centro», lo cual concuerda con la teología de Ratzinger.
«La suya es teología sin genitivos», dice Granados, en referencia a otras corrientes, como la llamada «teología de la liberación». Esta actitud teocéntrica permite diagnosticar, como uno de los motivos de los abusos sexuales, el no anteponer Dios a todo lo demás.
Si queremos hablar de la dignidad de cada hombre, Dios es la clave de bóveda
Según Ratzinger, «Dios no es acomodaticio los tiempos y a las modas, pero siempre está abierto al hombre». En su libro Jesús de Nazaret traslada la pregunta «¿qué ha traído Jesús al mundo?»; y responde: «Jesús nos ha traído a Dios».
Ojo de la luz de Dios
Israel pudo columbrar el rostro de Dios y otros pueblos su sombra, pero es Jesús el que nos ha traído a Dios. De esta forma, «la cristología de Ratzinger está centrada en la vida orante de Cristo». Por eso, el pontífice bávaro resalta la divinidad de Cristo frente a la formulación indiscriminada de los métodos histórico–críticos, y subraya la necesidad de encuentro personal con Cristo.
En relación con el denominado «matrimonio homosexual», el pensamiento de Benedicto XVI sostiene que lo que está en juegos es la pregunta fundamental de qué es el hombre; si el hombre es un producto que se compone a sí mismo, o, por el contrario, es imagen y regalo de Dios.
Granado ensalza de Benedicto XVI la sencillez y claridad de su pensamiento, basada en una idea teocéntrica. Porque la propia sencillez y nitidez de Dios ilumina la manera como hemos de hablar de Él. De ahí que su opción para interpretar la Sagrada Escritura consiste en extraer «el misterio de la palabra de Dios». Eso conlleva que, según Ratzinger, «la nueva evangelización debe hablar de Dios para poder hablar del hombre». El alemán critica que «la Iglesia habla demasiado de sí misma, de sus estructuras, en vez de centrarse en ser el ojo por el que entra la luz de Dios». «Si queremos hablar de la dignidad de cada hombre, Dios es la clave de bóveda».
Fernando Palacios, juez eclesiástico y profesor de Derecho Canónico en la Universidad Pontificia de Salamanca, mostró un recorrido de la íntima relación entre Benedicto XVI y la liturgia. Algo que le viene desde la cuna, pues Ratzinger nació el Sábado Santo de 1927 y lo bautizaron al día siguiente con el agua recién bendecida de la Vigilia Pascual. Desde niño sintió enorme devoción y fascinación por los tiempos litúrgicos y también por las imágenes que acompañaban el antiguo misal.
Ratzinger piensa que la misa no era una creación de nadie, sino el desarrollo, a lo largo de los siglos, de la fe de la Iglesia. En la misa estaba la Iglesia primitiva la Iglesia de la Edad Media y la Iglesia moderna. Su familiaridad las fuentes latinas y griegas y su participación en el Concilio Vaticano II le permitieron entender que la misa se basa en la continuidad, no en la arbitrariedad ni en los cambios bruscos. Ratzinger pensaba que, tras el Concilio, se iba a continuar con las reformas emprendidas anteriormente por Pío X y Pío XII. Por eso, le produjo perplejidad el intento de prohibición del misal precedente, que venía de Trento y de Pío V, y que, en realidad, no era más que una reelaboración del misal romano.
«La idea de prohibir o acabar con un rito es algo que nunca se había producido en la historia de la Iglesia; era una actitud rupturista única en la historia y que iba a conllevar trágicas consecuencias». Para Ratzinger, la misa es una obra de Cristo como sacerdote. Por tanto, el alta el altar y la orientación tienen mucha relevancia y se asientan en la tradición apostólica. «La misa no es una autoafirmación de una comunidad, pues el sacerdote actúa in persona Christi; no es delegado de la comunidad, ni se representa a sí mismo».
La primera jornada concluyó con un coloquio entre Peter Seewald, biógrafo de Benedicto XVI, y el profesor de la Universidad CEU San Pablo José Francisco Serrano Oceja. Según Seewald, «Benedicto XVI es el papa más longevo». Hace un par de semanas estuvo con Ratzinger y vio que «está sufriendo mucho a causa de la situación actual de la Iglesia». «Me confesó que a lo mejor Dios lo tiene todavía aquí para dar un testimonio al mundo», asegura.