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'La Sagrada Familia del pajarito', de bartolomé Esteban Murillo.

La Sagrada Familia del pajarito, de Bartolomé Esteban Murillo

Los diez consejos de la Iglesia para vivir como la Sagrada Familia de Nazaret

Los diez consejos nacen de la exhortación Christus vivit con el deseo de que la familia sea un lugar de apertura a Dios y, por tanto, a los otros hombres, que son don y ofrenda para la vocación de la vida

La subcomisión Episcopal para la defensa de la Familia y de la Vida ha preparado diez consejos para el día de la Sagrada Familia, que se celebra el próximo 30 de diciembre.

Estos consejos nacen a la luz de la exhortación del Papa Francisco Christus vivit «para el discernimiento de la vocación y reflexionar sobre la educación en familia para facilitar a los hijos el proceso de discernimiento de la vocación».

  • La familia es el ámbito privilegiado para escuchar la llamada del Señor y para aprender a responderle con generosidad, porque –explican- «es el ámbito en que uno es amado por sí mismo, no por lo que produce o por lo que tiene».

  • «Un aspecto esencial es la educación en la fe. En familia es donde mejor se aprende la relación con Jesucristo, el miembro más importante de la familia, a quien se consultan los temas importantes, se le confían todas las situaciones, a quien se le pide perdón cuando hemos fallado». Por eso animan a rezar en familia y a participar en los sacramentos.
  • Cuidar la formación en las virtudes «para que los llamados puedan dar su sí generoso al Señor y mantenerse fieles a este sí». Entre estas virtudes, destacan la fortaleza, «para poder ir contracorriente frente a la sociedad del bienestar», y en la formación se incluye «la afectividad y la sexualidad en el ámbito más amplio del amor verdadero».

  • Frente a la sobreestimulación tecnológica y virtual constante, la Iglesia anima a vivir la experiencia de encuentro con Cristo, «escuchar su Palabra y a reconocer su voz por medio del discernimiento», abierto a la posibilidad de consagrarse a Dios en el sacerdocio o en la vida consagrada.
  • Tener presente en la formación de sus hijos que «no somos dueños del don sino sus administradores cuidadosos».
  • Enseñar a los hijos «a reconocerse como don» y acompañarlos en el discernimiento, «pero no tomar las decisiones por ellos».
  • Considerar la vida como ofrenda. Inculcar que «yo soy una misión en esta tierra, y para eso estoy en este mundo».

  • Educar a los hijos en la caridad, ya que «la familia no es una célula aislada en sí misma, a la que no importa lo que sucede alrededor. Esta dimensión caritativa empieza en la familia ampliada, cuidando especialmente a los abuelos y a los mayores, pero debe estar abierta a las necesidades de los demás».
  • Instaurar una cultura vocacional en la familia. No «oponerse a la vocación de los hijos al sacerdocio o a la vida consagrada». En cuanto a la vocación al matrimonio, «no hay nada más estimulante para los hijos que ver a los propios padres vivir el matrimonio y la familia como una misión, con felicidad y paciencia, a pesar de las dificultades, los momentos tristes y las pruebas».
  • Como Iglesia, «tenemos la misión de acompañar a las familias que viven en nuestras comunidades» y acercarse «a las familias que viven la marginación y la pobreza; tener muy presentes a las familias migrantes; no dejar a un lado a las familias que han sufrido la separación y el divorcio».
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